Creo que la vida (o quien sea, o lo que sea) nos ha puesto en este lugar llamado Mundo para que hagamos ‘algo’. No sé el qué, ni dónde, ni cuándo. En caso contario, si simplemente estuviéramos aquí ‘por estar’, ¿habría valido la pena el viaje? ¿No sería mejor que nuestro paso dejase huella en los corazones y en las miradas de los que hemos amado y nos han amado, y podamos ser el recuerdo, de recuerdos, que otros recuerden?
A veces tengo miedo de no haber sabido estar. De no haber respondido a la mirada de quien miraba. De no haber escuchado a aquel o aquella que me hablaba. Da igual si es en el ámbito de la familia; de la amistad; de nuestro trabajo (o falta de él)…; qué más da. Todas y todos tenemos una razón por la que estar aquí, compartiendo espacio y tiempo con otras y otros, exclusivamente con ellos y ellas.
Quizá la noche despierte conciencias; quizá la noche oculte sombras que no nos atrevemos a enfrentar por la mañana; quizá la noche, solo sea el descanso que se toma el día para regresar, de nuevo, con fuerzas renovadas, y mostrarnos lo que nos regala la vida. Y los miedos, solo sean nuestros miedos, y que solo aparecen si les llamamos, aunque solo sea con nuestro silencio.
Si te apetece puedes escuchar estos versos.
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Tengo miedo
a que me olvides
pues eso significaría
que no he existido
que no hubo tiempo
ni espacio recorridos
que jamás el viento
acaricio mis sueños
ni mis huellas hicieron camino.
Tengo miedo
de haber sido nada
en tu recuerdo
que nuestros corazones
jamás latieran acompasados
que las palabras fueran silencio
y el silencio el eco abandonado
que mis ojos nunca hubieran reído
y mi alma jamás hubiera llorado.
Tengo miedo
de no haber sido
tengo miedo
de no haber estado.
Huye miedo
antes de que despunte el alba
agoniza ya la noche
y aunque mis ojos
no encuentren aún su mirada
siente mi rostro
el fresco rocío de la mañana
ya llegas
ya me esperas
ya no hay miedo en mi almohada
no es un sueño la vida
cuando la vida nos llama.
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😉
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