Hace unos días ‘navegando’ por Facebook, encontré fotografías de un buen Amigo que había visitado La Alhambra este verano. Sus imágenes me hicieron viajar hasta sus recuerdos y sentarme a escuchar mis pensamientos. Seguidamente la magia de la música completó el viaje iniciado en mi soledad, culminando con el palpitar de la palabra. La historia que mudas guardan sus piedras sobrecogen el corazón que libre se acerca a su encuentro.
He querido compartir unos versos en este domingo de un caluroso verano que camina hacia el abrazo irrenunciable con el otoño venidero. La Naturaleza marca sus ‘tempos’ con independencia de los relojes creados a voluntad del hombre, para atender sus necesidades, a veces, carentes de sentido. No obstante, el encuentro o reencuentro con la historia ayuda a reconfortarnos, al menos ese es mi caso, de ahí que esta sea mi invitación.
La grandeza de sus palacios; el esplendor de sus patios; el rumor de sus fuentes; los colores de sus atardeceres; el silencio de sus paredes…; todo reconforta el espíritu del que busca, aun sin saber qué. Déjate perder entre sus muros y seguro que encontrarás, al menos, unos instantes de paz.
Si te apetece puedes escuchar estos versos.
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Bañáronse las estrellas
en las fuentes de La Alhambra
rumores de recuerdos
resuenan entre los muros
que guardan su historia.
Celosa la luna
observa el titilar de la noche
entre silenciosos pasos
que recorren los palacios
custodios de secretos inconfesables.
Ya atardeció la tarde
enamorose la noche
de la primavera en La Alhambra
cuando sus patios
palpitan de vida
entre el paciente sentir
de sus figuras pétreas.
Sentose el viento
en los Jardines del Generalife
anochecida la noche
a escuchar el lejano tonar
de una guitarra
llorando por Granada.
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