La palabra es el arma más poderosa. No tengo duda. Pero la palabra no odia; no mata; no engaña; no ensucia; no blasfema; no ofende… Ofendemos; blasfemamos; ensuciamos; engañamos; matamos; odiamos…, aquellos que las pronuncian (pronunciamos) con esa intención. Ultimamente se habla y no se hace. Ultimamente se hace y no se habla. ¿Por qué decimos nosotros, cuando queremos decir YO? ¿Por qué decimos todos, cuando quiero decir NOSOTROS? ¿Por qué decimos nuestro, cuando quiero decir MÍO?
He querido trasladar unos versos basados en una conversación que presencié, en silencio, en unos de mis viajes por el mundo de los sueños, en el que un elefante africano mantenía una conversación filosófica con una pequeña hormiga, que se preguntaba, sobre la vida. No supe si identificarme con la hormiga o con el elefante; o con el que pronuncia palabras; o con el que pronuncia silencios. Sabrías tú con quién identificarte?
A lo largo de la historia las fábulas, las conversaciones entre animales han servido para explicar lo que con humanos sería difícil de explicar y lo que es más difícil aún, de entender. Dada la compeljidad del ‘ser humano’, el ‘claro’ lenguaje de los animales y, sobre todo, su diferencia de tamaño o de habitat, hacen ‘creíbles’ algunas historias increíbles, pues ellos, al igual que el ‘ser humano’ conviven sobre la misma tierra y bajo el mismo cielo, aunque pueda parecer asombroso.
Si te apetece puedes escuchar estos versos:
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¿Cómo se puede calcular
la distancia
entre una palabra y su mentira?
–le preguntó la hormiga
al elefante–.
Muy sencillo
mi querida amiga
–respondió el elefante–
cuenta el tiempo que se agota
entre que se pronuncia
y tú puedes percibirlo
al igual que cuentas
los largos días de tormenta
en los que se ilumina el cielo
y el estruendo rompe el silencio
en infinitos pedazos.
Pero ten cuidado
mi pequeña amiga
mi tiempo no es igual
a tu tiempo
mi espacio no es igual
a tu espacio
mi mundo no es igual
a tu mundo
aunque los dos caminamos
sobre la misma tierra
que no te engañe el viento
que acerca el eco de los sonidos.
Las palabras no mienten
mienten quienes las pronuncian
a sabiendas de que mentir quieren
las palabras no odian
odian quienes las pronuncian
a sabiendas de que odiar quieren…
Si las palabras no mienten
si las palabras no odian
mi gran amigo
por qué tanta mentira
por qué tanto odio.
Sube por mi trompa
hasta acercarte a mis ojos
y podrás mirar lo que yo miro
caminaré hasta la laguna
de los cuatro ríos
y en el camino te hablaré
del rincón en el que se guardan
los silencios de las palabras
el único lugar en el que se oculta
la verdad
de lo que se ha pronunciado.
Nada escapa al silencio
ni tan siquiera la palabra.
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😉
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