Vivimos en un mundo un tanto ‘acelerado’, sobre todo de un tiempo a esta parte. Claro. Esta es una opinión personal; muy personal. Vivimos en un mundo en el que todos rivalizamos con todos. En el trabajo. En el colegio. En la familia. En los amigos. Sin embargo, parece que nos hemos olvidado de que el sentido de nuestra vida está en compartir. En ayudar. En comprender. En convencer y no en vencer. En amar. En empatizar. En ser generosos. A veces me digo: ‘Cuánto tiempo perdido’. ‘¿Cuándo vamos a aprender?’
Estoy seguro de que la mayoría de nosotros en algún momento de nuestra vida hemos recibido ayuda. Y seguro que ayuda desinteresada. A esa me refiero. A ese que se da; que se ofrece; que se regala; o que se presta para que después nosotros hagamos lo mismo con otro semejante que lo necesite. Por nada y a cambio de nada. Pocas cosas tienen sentido si no se comparten. Parece que vivimos en un momento en el que la ira y el rencor lo contaminan todo. Qué pobres hemos llegado a ser.
Y pensando en todo ello (cada día) no solo hoy, he querido dibujar unos versos. Un poema. No quiero contaminarme. Lucho cada día por no dejarme arrastrar por la palabras vacías, huecas y sin sentido que pronuncian aquellas y aquellos que mayor ejemplo deberían dar. Los y las que aparecen en los medios. Las y los que toman decisiones por nosotros. Es un trabajo diario. Debemos de estar atentos. Debemos despertar y permanecer despiertos. Ellos y ellas nos prefieren dormidos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Si dejas que la ira y el rencor
aniden en algún lugar de tu alma
qué verán tus ojos
cuando miren cuanto te rodea
qué mostrará tu mirada
cuando otros ojos te miren
descubriendo lo que guardas
proteges y alimentas.
No cedas espacio alguno
a las semillas del rencor y la ira
destierra cualquier pequeño síntoma
cualquier brizna que intente enraizar
en la nobleza que te hace crecer
en la humildad que te ayuda a avanzar
en la generosidad que te regala el nuevo día
cuando amanece tan solo para encontrarse
de nuevo contigo.
Sosiega el palpitar desbocado
de ese corazón que intenta correr
antes de aprender el primer paso
con el fin de adelantar al otro
y volverle la fría espalda
negándole la necesaria ayuda
que algún día te fue prestada.
Nada tiene sentido
si no compartimos lo alcanzado
qué sentido tendría la noche
si no fuera alcanzada por el día
qué sentido tendrían las olas del mar
si no alcanzasen antes o después una playa
qué sentido tendría un poema
si no fuera escuchado por un oído
o al menos observado por una mirada.
Qué sentido tendría la vida
cuál la razón de mi existencia
si vivo con rencor y con ira
en lugar de con humildad y paciencia
apartaré todo aquello que inflija herida
y abrazaré hasta la más mínima esencia
que mi caminar diario me permita.
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