Cada vez que viajo disfruto del paisaje que me rodea todo lo que puedo. Campos, ciudades, ríos, montañas, caminantes nubes, el vuelo de una cigüeña o el correr de los girasoles. Cuando voy conduciendo se me hace prácticamente imposible este disfrute, por razones obvias. Sin embargo, de unos años a esta parte viajo, normalmente, en el asiento del ‘acompañante’, lo que me permite gozar de cada instante absorto en reflexiones y pensamientos.
Lo mismo me sucede con el viaje de la vida. No quiero ser ‘uno que pasó por aquí’; quiero ser uno que pasa y pisa y piensa y se ilusiona y sueña y ríe y llora…; y disfruta con cada paso que da observando el paisaje que recibe como regalo de su atrevimiento a caminar mirando. No debemos ni podemos ser cobardes. Miremos a los ojos de la vida y abracemos aquello que nos ofrece.
Nos pasamos una parte muy importante de nuestra vida esperando. A veces no sabemos qué, pero esperamos. Quizá perdemos trenes con la esperanza de la llegada de uno mejor, o menos cargado, cuando quizá, quién sabe, ese que vemos partir haya sido el último que paraba en nuestra estación. Nunca lo sabremos. Por lo tanto participemos de la vida, somos sus invitados especiales.
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Caminar despacio
sin llevar la cuenta de nuevos amaneceres
ni de ciclos lunares que acompañen las estrellas
sin llevar la cuenta del regreso de las estaciones
ni de las campanadas de la última noche del año
caminar sin prisa alguna
disfrutando de lo que a cada paso nos acompaña.
No tiene sentido alcanzar una meta
desaprovechando el tiempo transcurrido
si no sentimos nuestros pies palpitando sobre la tierra
si no percibimos las fragancias que la vida nos ofrece
si no escuchamos el eco lejano de los silencios
que entre palabras nos acerca el viento
no tiene sentido llegar
sin haber vivido.
Cuánta vida desaprovechamos esperando
esperando a que nos llamen
o a ser nosotros los que llamemos
esperando una mejor ocasión
o dejando pasar aquella que se nos presenta
esperando el momento de abrazar
o perdernos abrazos que nunca tendrán destinatario.
Cuánta vida desaprovechamos
cuánta vida
cuánta.
.
.