Mientras la ciudad se despereza, late despierta la poesía

logoSiempre me han gustado los amaneceres y, en particular, cuando éstos son en primavera. Los sonidos, las luces, los colores y las fragancias que acompañan un paseo, mientras la ciudad se despereza, es comparable con muy pocas cosas. Sí es cierto, que todo depende de nuestro estado de ánimo, pero cuando te sientes tan agradecido de la vida, por todo lo que te propone, tu ánimo es proclive a disfrutar de todo aquello que le rodea.

Pasear escuchando tus pensamientos, en esa soledad buscada que te regalas para reencontrarte, al menos para mi, es una buena terapia que procuro ejercer siempre que puedo. En ocasiones, cuando no me es posible, me siento en la terraza, abro de para en par las ventanas, para sentir el viento en mi cara, entorno mis ojos, y dejo que mi mente vuele hasta esos lugares conocidos en la que sentía la caricia de la felicidad.

Permitidme que, esta mañana de domingo, comparte con vosotras y vosotros este paseo por las calles, plazas y parques que hay junto a mi casa, y que me proporcionan ese espacio en el que disfrutar de las diferentes estaciones, cada una de ellas con sus encantos. He desaprendido algunas cosas que, quizá, nunca debí haber aprendido, y estoy empezando a aprender muchas y muchas cosas que, tal vez, debí haber aprendido antaño. Nunca es tarde y, ahora, es el momento. Aprender, siempre aprender.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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Amanece la ciudad

silente de la habitual melodía

que orquesta ese tráfico constante

de vehículos diversos y transeúntes

en busca de sus destinos.

 

Aún permanecen encendidas farolas

con sus luces ambarinas, unas,

y con su blanco frío otras,

iluminando ahora nada,

mientras este sol de primavera

alfombra de luces y sombras,

parques, aceras y el ennegrecido asfalto.

 

Escucho lejano el rumor del agua

de ese arroyo artificial que incansable

recorre el parque.

Ahora me llega el alegre ladrido de un perro,

quizá provocado por esta primavera

que de nuevo nos acompaña,

o tal vez animado por los juegos

que su paseante le procura.

 

El canto alegre de un mirlo

acompaña mi mañana,

recordándome la belleza de una Naturaleza

que nos regala sonidos, colores y fragancias

que acarician nuestros sentidos.

 

Poco a poco la ciudad despierta

y se va perdiendo el silencio;

sonidos viejos y nuevos que nos acerca el viento,

rompen con su llegada este amanecer sereno.

Ruidos metálicos que, sin duda, brotan

del paso de un camión de la basura.

Una aguda sirena se abre paso,

con inusitada insistencia,

seguro nace de un vehículo de emergencias.

Estrépito provocado por el paso

de una moto sin silenciador

rompe este aire inundando

con su desagradable eco

todo el espacio, todo el tiempo.

 

Sonidos que me recuerdan

que la vida continúa

y que no se detiene por nada,

ni por nadie,

mientras la ciudad despierta,

mientras la ciudad duerme.

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:)

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