Hay veces que es recomendable detener nuestro caminar, sentarnos un tiempo a la orilla del camino y reflexionar. Reflexionar sobre dónde estamos y dónde hemos llegado. Si es aquí donde, de verdad, queremos estar o si debemos emprender un nuevo camino. No pasa nada si consideramos que hemos errado y que es mejor rectificar, antes de seguir por una senda que no es la realmente queremos caminar. Esta reflexión no podemos hacerla mientras caminamos, pues podemos avanzar adentrándonos más en una encrucijada que no deseamos.
No obstante, una vez tomada la decisión debemos seguir caminando. Siempre caminar buscando ese horizonte que nos aguarda. No importa lo lejos o ceca que se encuentre; no importa las dificultades que hallemos hasta alcanzarlo. Deberíamos recordar que ningún camino es fácil y puede estar lleno de sinsabores, pero el caminar nos hará sentirnos vivos y así, poder vencer las dificultades que podamos ir encontrando. Las dificultades, a veces, nos hacen recordar que estamos vivos y que seguimos caminando. Feliz travesía.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Caminar por el difuminado
borde de las nubes
para alcanzar el cielo
con la punta de los dedos
y sentir la suave caricia del viento
en este corazón que late,
en este corazón que palpita,
de nuevo, cada amanecer
esperando encuentros, tal vez deconocidos.
Nadie sabe lo que nos depara la vida
una vez que amanece la oscura noche
y la luz ilumina la limpia mirada
del que expectante observa y mira.
Nadie sabe lo que aguarda a la vuelta de la esquina
cuando caminamos ignorantes de ese destino
que nos conduce hacia un lejano horizonte
al que vivimos anclado con nuestra rutina.
Caminemos, siempre caminemos,
como el intrépido funambulista
que desafía las leyes que la Naturaleza
ordena en su equilibrio permitiéndonos
que sintamos el vértigo que nos aborda
antes de dar el siguiente paso
ignorando si será el último…
Ignorando si será el primero
de una nueva forma de entender la vida.
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