Que bien me siento cuando consigo comunicar con la Naturaleza que me rodea, y de la que, sin duda alguna, formo (formamos) parte. Si bien es cierto que a veces, algunas veces, las palabras no consiguen salir por mi garganta. Palabras que pretenden verbalizar todo aquello que siento y que quiero (necesito) comunicar y que, sin embargo, no pueden ver la luz. No entiendo cuál puede ser la razón, pero sí reconozco que me sucede algunas veces.
No hace mucho tiempo, durante el confinamiento que sufrimos desde marzo de 2020, y que duró más de lo deseable, creo que fuimos conscientes de lo que interferimos en nuestro entorno, cuando lo invadimos de una forma desmedida y sin tener en cuenta ni nuestro entorno, ni las consecuencias inmediatas y, sobre todo, futuras. Quisiera iniciar una conversación, con estos versos, que ahora escucha el viento. ¿Te apuntas?
.
Si te apetece puedes escuhar el poema
.
Quisiera hablarle al sol
y a la noche sin estrellas,
quisiera hablarle a la luna
y a un amanecer cualquiera.
Quisiera hablarle al verano
y a la pasada primavera,
quisiera hablarle al otoño
y al invierno que viniera.
Quisiera hablarle a las montañas
y a los ríos que a su destino llegan,
quisiera hablarle a los lejanos mares
y a las olas que besan la arena.
Quisiera hablarle a las coloridas flores
y a los campos cubiertos de hierba,
quisiera hablarle a los solitarios caminos
y a los que dejaron en ellos sus huellas.
Mas el silencio ahoga mi voz
impidiéndome articular palabra,
latidos del corazón pugnan por salir
buscando una libertad soñada.
Siento cómo ascienden impacientes
alcanzando sin demora mi garganta,
es fácil hallar el camino de salida
hasta descubrir la luz de la mañana.
El viento lo sabe
y escucha,
soy yo y mis sentimientos.
.
.