En mi opinión, es incomprensible e inaceptable que haya gente/personas (por decirles de alguna manera), que no reconozcan, y digan en voz alta que Federico García Lorca fue asesinado. Se publicaron algunos libros de texto en el que se decía que el poeta había muerto… No, uno muere cuando deja de vivir como consecuencia de una enfermedad, un accidente o, simplemente, porque alcanza una edad. Pero cuando a uno le arrebatan la vida, colocándole frente a un pelotón de fusilamiento, y este abra fuego contra él (y sus compañeros), no muere/n, es (son) asesinados.
Aún no ha sido exhumado su cuerpo, pero sus poemas, sus dramas y su prosa, siguen acompañando nuestro presente y acompañarán nuestro futuro, porque Federico, nuestro Federico, es eterno porque eterna es esta memoria colectiva de millones de personas que nunca olvidaremos al poeta y su obra, que se sigue recitando y representando por todo el mundo. Seamos guardianes de su memoria, siempre que tengamos ocasión, y transmitamos su legado a las generaciones futuras para que nunca se pierda y, desde luego, se conozca su figura como se merece.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Camina triste la luna
cuando anochece la tarde
en Fuente Vaqueros.
Camina triste la luna
cuando ilumina la transitada senda
entre Víznar y Alfacar.
Camina triste la luna
por doquiera
cuando recuerda la ausencia de Federico,
nuestro Federico.
Porque Federico, nuestro Federico,
habita en el tiempo y en la memoria,
manque le pese a quien le pese,
los que guardamos su recuerdo
y su palabra,
escuchamos su voz y la acompañamos
para que no se pierda;
y aquellos que pretenden callar su palabra
y borrar su recuerdo
también escuchan su voz,
porque no se puede acallar
la voz del poeta asesinado
por la barbarie y la sinrazón.
Sí, asesinado.
Federico, nuestro Federico,
no murió.
Fue asesinado con cobardía,
con esa cobardía que solo habita
en los seres infames y cobardes,
la madrugada de aquel aciago
dieciocho de agosto
de mil novecientos treinta y seis,
y enterrado en una fosa común,
sin identificar.
Lloran las rojas amapolas
de caminos, cunetas y campos,
la ausencia forzada del poeta.
Tornan los girasoles su rostro
ante los amaneceres sin Federico,
sin nuestro Federico.
Susurra el viento un ‘Romancero Gitano’
de este ‘Poeta en Nueva York’,
mientras ‘Seis Poemas Galegos’
con ‘Sonetos de Amor Oscuro’,
reposan en el ‘Diván del Tamarit’,
escuchando el ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejía’.
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