Embarcarme en la aventura de ganarme su amor, pero no porque ella (por el hecho de ser mujer) necesite ser salvada, abordada, conquistada, derrotada…; sino porque yo sea merecedor, tal como soy, de su amor y su pasión, siendo ella por los míos correspondida, sin renunciar jamás a ser quien es. No me importará surcar mares y cielos con el fin de alcanzar ese lugar que ansío. Ese remanso de paz, esa playa a la que todo navegante que se hace a la mar, sueña con llegar. Quizá haya tormentas, pues las nubes son caprichosas y aparecen, a veces, cuando menos se las necesita.
Permíteme querido Amigo; permíteme querida Amiga, que comparta estos versos, en este domingo de invierno, en el que subido a mi navío emprenderé una nueva travesía, mar adentro, hacia ese horizonte lejano que dibuja esa línea imaginaria en el que mar y el cielo tienden a unirse, sin alcanzarse jamás. No desfalleceré, pues por muy lejano que esté mi destino sé que a él llegaré, empujado por estos vientos que ahora me reclaman. ¡Partamos sin demora! ¡Tripulación, a las velas!
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Me gusta ser un pirata,
ese aguerrido aventurero
que navegando por mil océanos
y cien mil mares
recorre tierra y Universo
en busca de tu playa;
esa orilla serena y calma
al que se acerca la mar brava
a besar tu piel
y tus ojos
y tus manos
y tus labios.
Me gusta ser un pirata,
ese aguerrido aventurero
que cantando su canción
y alzado sobre su navío
amarrado con sus manos
al viejo timón
desafía al viento,
al cielo y al horizonte infinito
marcando ese rumbo fijo
que descubrió en su sueño
aquella noche de primavera
mientras la luna,
blanca, redonda e inmensa,
se miraba entre los arrullos
de una mar lejana.
Me gusta ser un pirata,
ese aguerrido aventurero
que mirando el cielo estrellado
dirige su vida
hacia el destino preciso
que le acerque hasta ti,
hasta tu calma,
hasta tu paz,
hasta tu corazón…
y descansar.
.
.