Un buen día para los recuerdos, entre versos y silencios

logoNo voy a entrar en si el celebrar este día, es celebrar un día ‘creado’ por los Centros Comerciales para gastemos y consumamos. Me da igual. Me importa nada. Creo que lo más importante es que nos acordemos de la mujer que tanto ha hecho para que estemos aquí. ¿Que deberían ser todos los días? Mi respuesta es clara y contundente: SÍ (y en mayúsculas). Si a esto le añadimos que por edad, enfermedad, accidente o cualquier otro ‘contratiempo’, ya no está entre nosotros, el recuerdo hacia ella (y con ello nuestro agradecimiento), debería ser mayor. Este es mi caso. Soy el mayor de siete hermanos y hermanos, y a nuestra madre nos la arrebató un cáncer, sin avisar, como solo actúan los cobardes, cuando aún era joven, hace ya unos veranos.

Aún la siento a mi lado. Creo que no he dejado de sentir su proximidad y su compañía desde que partió. La echo mucho de menos, os lo puedo asegurar, pero está en todo lo que hago, en todo lo que miro, en todo lo que siento, en todo lo que pienso, en todo lo que escribo…; está en todo, y eso me reconforta y me hace sentir paz. Con el pasar de los años la siento mucho más cerca, y eso hace que mis recuerdos afloren, generándome una sensación de bienestar. Cuánto la he amado (y la amo); cuánto nos ha amado, y cómo ha sabido enseñarnos acerca del amor; cuánto me ha amado, y cómo ha conseguido que así me sintiera. Una gran mujer. Una maravillosa madre. Gracias, mamá. Gracias, vida. Para todas las madres, estos versos.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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Siento el acompasado latido

de tu corazón

si en el silencio de la soledad

escucho el mío,

y te siento a mi lado

si me susurra el viento;

y siento tu fragancia

cuando la primavera deja atrás

el frío invierno;

y te siento en los días soleados

y en las noches preñadas de estrellas;

y te siento cómo te acercas

cuando por fin decide cesar la tormenta.

 

Y te veo,

siempre te veo a mi lado

si entorno los ojos,

desde aquel lejano día de verano

que te nos arrebató la muerte

sin razón alguna,

sin preguntarte,

sin preguntarnos,

sin preguntarme.

 

¡Cuánto nos regala la vida!

¡Cuánto nos arranca la muerte!

 

Te encuentro en todo lo que miro

cuando miro con la mirada del recuerdo,

y debo confesarte, mamá,

que cada día me gusta más mirar

con esa mirada.

Será por el pasar de los años;

será por el dulce sabor

que me acercan los recuerdos;

será, quizá, porque me voy haciendo mayor.

Sí, mamá, me voy haciendo mayor.

 

Te encuentro en esa mirada

que me devuelve el espejo

si en él me miro;

te encuentro entre nosotros

cuando nos juntamos;

te encuentro en los ojos de mis hermanos

y en las risas de mis hermanas;

te encuentro si miro a mis hijas;

te encuentro cuando miró

cómo crece mi nieta;

te encuentro si paseo por el parque;

te encuentro si levanto mi mirada

al cielo;

te encuentro cuando camino

por la orilla de la mar;

te encuentro si piso un escenario;

te encuentro cuando veo el escaparate

de una pastelería…

¿Te acuerdas de aquel día?

Yo, sí.

 

Te encuentro siempre y, a veces,

algunas veces,

siento que tomas mi mano,

acaricias mi rostro

y apartas mis miedos.

 

¡Cuánto nos arranca la muerte!

¡Cuánto nos regala la vida!

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:)

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