Hay ‘cosas’ que jamás regresan y otras, sin embargo, parecen regresar una y otra vez. Creo, sinceramente, que solo permanece lo que jamás partió, aunque pueda parecernos que así fue, o ese fuera nuestro deseo. Nunca regresa la misma primavera; nunca regresa la misma mirada; nunca regresa el mismo ‘Te amo’ que ayer pronunciamos; nunca regresan los adioses ni las despedidas que ayer escuchamos…; nada regresa igual, ni el eco de la palabra, ni la mirada en el espejo.
Hoy me he levantado dándole vueltas a muchas ‘cosas’, o quizás a ninguna y solo ha sido una ilusión, un sueño, un anhelo, un espejismo, un deseo…, qué se yo. Es un domingo de julio en el que mi cabeza busca y encuentra palabras ordenándolas y desordenándolas a su antojo, hasta dictarme una reflexión que he releído unas cuantas veces antes de compartirla, como ahora hago en estos versos.
Me hubiera gustado compartir otras reflexiones más mundanas, del quehacer diario, pero tengo parte de mis sentimientos demasiado a flor de piel cuando miro a mi alrededor y observo lo que observo; y escucho lo que escucho. Lo he compartido muchas veces en este espacio, y quiero volver a hacerlo. Pensad por vosotros mismos, que no os lo den pensado, os harán trampa, seguro.
Si te apetece puedes escuchar estos versos.
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Acaricia el viento las olas
y el suave silencio de la arena
despierta recuerdos que la memoria
oculta a la Luna Nueva.
Nada regresa una vez ha partido
ni tan siquiera las brillantes estrellas
que iluminaron tu ausencia y mi vacío
aquella lejana noche de primavera.
Todo se torna oscuridad y silencio
palpita el camino con sus huellas
en ese improvisado encuentro
de cientos de ignoradas sendas.
Deja que bese tu pelo
la suave luz que ahora llega
regresando de nuevo los sueños
que tu corazón y tu alma anhelan.
No hay silencio ni palabra
que camine sobre la arena
de aquella olvidada playa
en la que los ecos del ayer resuenan.
Partió del todo la nada
sin esperar lo que el tiempo espera
y en llegando a esta encrucijada
dile adiós al adiós que llega.
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😉
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