A veces te llega una noticia que te hace frenar. Me refiero a ‘frenar en seco’. Te detiene. Te hace poner los pies en la tierra; despertar de cualquier letargo por el que transites, aunque solo por un momento; tomarte por las solapas y agitarte sin compasión; decirte que estamos aquí de paso, todos, sin distinción alguna de edad o condición; helarte la sangre como solo el miedo sabe hacerlo.
No quiero ponerme trascendente, y mucho menos transmitir una idea pesimista, pero la vida unas veces te dá y otras te quita. Sin preguntar. Sin consultarte. Sin pedir tu opinión. Sin importarle el momento. Deberíamos ser conscientes de ello. No por vivir con miedos o temores, sino porque sepamos, sin lugar a dudas, de lo frágil que es la vida. Ahora estás para siempre. Ahora ya no estás, para siempre. El hablar de nuestra partida, momento que sin duda llegará, no debería causarnos tristeza, sino enseñarnos que debemos aprovechar el momento, sin perder de vista ese posible futuro que todxs nos marcamos de algún modo.
Cuando se quiebra una vida que ha recorrido muchos caminos, con sus aciertos y sus errores es más fácil de aceptar (permitidme esta reflexión que hago con todo mi amor y afecto). Sin embargo, cuando una vida se apaga apenas iniciado el camino, se hace más incomprensible su marcha. El dolor se acomoda dentro de ti y parece querer arrancarte una parte, sin importarle; sin consultarte; sin remordimiento…; sin piedad. Permitidme que comparta unos versos desde el dolor; pero también desde el Amor y la Memoria.
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Nada hay más efímero
que ese instante en el que pasas
de estar
a ya no estar;
para siempre
permaneciendo latente tan solo
en el corazón de los que no te olvidan
siendo ellos la fehaciente muestra
de tu recorrer por estos caminos
ahora huérfanos de tus pasos.
Solo aquellos que amaron
y que fueron amados
en esa mayor o menor medida
que únicamente el paso del tiempo otorga
son los afortunados que vivirán
en la memoria eterna de los que quedan
en la memoria eterna de los que van quedando.
Empero
qué cruel se muestra la vida
cuando le concede a la muerte
el privilegio de acercarse a nosotros
y sin preguntas llevarnos con ella
aún cuando consideramos
que nuestro tiempo está por cumplir;
qué injusta se nos antoja la vida
cuando sin aparentar duda alguna
permite que el futuro de uno de nosotros
se borre antes de empezar a escribirse
dejándonos solamente un pasado,
ni tan siquiera el latido de un presente;
pues ya todo será ayer.
Quiero ser consciente de ese instante
para no perder mi tiempo;
no tengo duda alguna en que antes
o después seré el señalado
como ya lo fueron otros;
no lo confieso con pesar
ni tan siquiera con tristeza
y mucho menos con resignación
simplemente soy consciente
de lo que tarde o temprano llegará
y acepto el momento
sin dejar un solo segundo de disfrutar
del regalo que ahora me otorga la vida.
Mañana… No lo sé, aún está por llegar.
.
.