Cuando escribes un poema no sabes hasta dónde puede llegar. Es más, ni siquiera sabes cuándo llegará a su destino, si es que lo hace en algún momento. En un instante, indeterminado a veces, sientes como brotan en tu corazón palabras que se van acomodando en tu mente reclamando tu atención o, quizá, broten en tu mente y se van acomodando en tu corazón para que puedan latir junto a tus sentimientos. Desconocido viaje el de la palabra cuando se hace verso.
Y una vez que se hace verso, y estrofa, y poema… ¿Hasta dónde viaja? ¿Dónde queda? Sí, ya sé que entre las páginas de un libro o de un cuaderno, si se dibujan negro sobre blanco. Me refiero a cuál es su alcance si encuentra destino. Me refiero, a si será capaz, el sentimiento hecho palabra que abraza un poema, de alcanzar otros corazones; de alcanzar otras mentes, de alcanzar la luz que habita en los corazones sombríos y despejar sus dudas. Escribiré unos versos, el tiempo me dará la respuesta, o tal vez me la dará el poema.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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¿Hasta dónde puede llegar un poema?
Le preguntó un verso suelto
al silencio breve que distancia
un verso de otro,
perfectos desconocidos hasta encontrarse.
Y como era lógico de esperar,
el silencio no encontró palabras
para responder al verso.
Sin rendirse un instante siquiera
el silencio preguntado convocó al silencio
que habita entre palabra y palabra
de cada verso en un poema.
El nuevo silencio requerido
acostumbrado estaba a ir de la mano
de las palabras.
A un lado una palabra,
y una palabra más al lado contrario,
palabras compartidas entre silencios trenzados;
palabras trenzadas entre silencios compartidos,
que conforman la mirada del poeta.
Acercose el silencio a la palabra
que le seguía;
acercose el silencio a la palabra
que le precedía,
y un suave susurro empezó a escucharse
brotando de cada una de las páginas,
de cada uno de los capítulos,
de cada una de las estrofas,
de cada uno de los versos,
de cada una de las palabras.
Y así, entre palabras y silencios,
entre silencios y palabras,
entendió el verso libre
que el poema puede alcanzar
lo más profundo del corazón
de aquel que lo lee;
lo más profundo del corazón
de aquel que lo escucha;
de aquel que halla si busca,
y de aquel que, sin buscar, halla.
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