Pocas cosas hay más bellas que la fusión entre la palabra y la música. Entre la poesía y una melodía cualquiera. De hecho, muchas de las canciones que escuchamos son poemas maravillosos y bellísimos. Y no me estoy refiriendo a poner música a obras de poetas, más o menos conocidos, hablo de esa belleza que nos toca corazón y alma cuando escuchamos esa fusión, y nos hace vibrar. Pues si unimos imagen y poesía –écfrasis–, la magia y la forma de entender e interpretar ambas disciplinas, en las que interviene, al menos, el oído y la mirada, la magia vuelve a aparecer una vez más.
Para los mayores de la casa os propongo una cuidada publicación, en la que la selección de obras, atrapadas por la cámara de un fotógrafo, de pinturas, escultura y tapices que se encuentran en el Palacio de Liria, es un regalo para los sentidos. Su artífice, el poeta Guillermo Arróniz, que hoy nos ha acompañado, nos presenta en su última publicación: ‘Veintinueve poemas para el Palacio de Liria’, editado por FLORES RARAS, una selección de sonetos que describen, magistralmente, lo que su mirada curiosa y sagaz ha encontrado en cada una de esas obras.