La poesía siempre abraza la magia de las palabras

logoYa lo he referido en alguna otra entrada. Ser padre es algo maravilloso que, a veces, te regala la vida. En mi caso soy padre de dos hijas maravillosas a las que amo hasta la locura, o quizá hasta la cordura que procura la locura. Pero el ser abuelo, ahora que lo soy, en mi caso de una nieta, me siento un verdadero privilegiado por este nuevo regalo. La vida tiene muchas cosas maravillosas y esta, sin duda, es una de ellas. Por eso: GRACIAS, vida, por tu generosidad para conmigo y para con la gente a la que amo.

En estos versos, he querido acercar una conversación, ¿real o imaginaria? –eso es lo de menos– de una nieta con su abuelo. A mí, que la gente que me conoce sabe que me gusta jugar con las palabras y descubrir su magia, permitidme que os alumbre sobe la palabra: abuelito, que es como me llama mi nieta. Es una palabra mágica –al menos para mí–, pues contiene las cinco vocales de nuestro abecedario ¿Os habíais fijado en ello? Disfrutad de la vida, solo tenemos una.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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¡Abuelito!

¿Dónde duermen los sueños

mientras nosotros estamos despiertos?

 

Miró su cara

y el brillo en la luz de sus ojos;

la sonrisa de sus labios

y los dorados rizos de su pelo.

 

Duermen, donde duermen las flores

cuando de nuevo regresa el otoño;

duermen, donde duerme la nieve

cuando acaba el invierno;

duermen, donde duermen las estrellas fugaces

cuando con los ojos cerrados pedimos un deseo;

duermen cerca de tu corazón

esperando a que, de nuevo, te abrace el sueño.

 

¡Abuelito!

¿A qué huelen las nubes blancas

que algunas veces vemos en el cielo?

 

Era su misma cara

y era el mismo brillo

en la luz de sus ojos,

sus labios sonrieron de nuevo

y los dorados rizos de su pelo

ondulaban danzarines al viento.

 

Huelen, como huele el algodón de azúcar

que venden en algunas ferias;

huelen, como huele el arroz con leche

que mamá prepara en la cocina;

huelen, como los peluches con los que duermes

cuando te metes en la cama;

huelen, como tu piel dorada, después del baño,

cuando te sientas para la cena.

 

¡Abuelito!

Cuándo tú no estés

¿a quién le preguntaré

todas las preguntas que tengo?

¿Quién me hablará de las nubes

o de los sueños que tengo,

y de la primavera cuando llega

o de las olas del mar

que se acercan hasta la arena,

o de las estrellas que por la noche

brillan allá arriba en el cielo?

 

¡Abuelito!

Cuando tú te vayas

¿a quién le preguntaré

todas las preguntas que tengo?

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😉

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Un comentario:

  1. Antes solo eras papaíto… Con los años se van ganando títulos. Me encantará enseñarle a tu nieta las cosas tan preciosas que escribe su abuelo. Te quiero papá. Gracias

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