Cuánto daño han hecho los cuentos de príncipes y princesas en nuestra educación. Es una opinión personal, desde luego. No tienes por qué estar de acuerdo, pero creo que la ‘guinda’ a esta opinión personal la ponen las películas que se han hecho, en la que las princesas vivían ‘desprotegidas’ hasta la llegada de su ‘príncipe azul’ que las salvaba de su ‘cautiverio’, se casaba con ellas y «…vivían felices y comían perdices…» en su reino o en nuevo reino, pero siempre gracias a su ‘salvador’.
Cuando nacemos ‘desconocemos’ si somos niño o niña (macho o hembra). Son nuestros padres y la ‘sociedad’ los que se encargan de inculcarnos ese ‘rol’ que deberemos mantener a lo largo de nuestra vida. A los niños de una manera (tienen pene); a las niñas de diferente forma (tienen vagina). ¿Por qué no les enseñamos a respetar al resto de seres humanos, sin distinción de sexo, raza o credo? Y por extensión a respetar al resto seres vivos y a la Naturaleza.
Tendría mucho que decir (escribir) respecto de este tema. Y lo haré. Pero más adelante y quizá en otro formato (ahí lo dejo). Por ahora, he querido ‘construir’ este poema que ahora comparto. Cada vez que hablo con más mujeres (no es de ahora), me convenzo más y más de que nosotros (los hombres), las conocemos ‘nada o muy poco’. Ellas están despertando (me hace sentir bien), pero me surge una duda. Una duda que no consigo despejar. ¿Cuándo vamos a despertar los hombres, y situarnos al lado del otro cincuenta por ciento (más o menos) de la población que habita el mundo?
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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No existen los príncipes azules
en algún momento nos engañaron
y nos lo creímos
quizá porque nos resultaba atractivo
nos sentimos salvadores
de princesas retenidas en altos torreones
por malvados reyes o despiadadas brujas
de princesas ocultas en profundas y oscuras grutas
vigiladas por dragones lanzadores de fuego.
No existen los príncipes azules
ni verdes
ni amarillos
ni violetas
ni tan siquiera multicolores
todo resultó ser una fábula infantil
para entretener las noches
y enredar el tiempo
nunca debió utilizarse
para construir nuestros sueños.
En un tiempo me creí un príncipe
no importa de qué color
cabalgué sobre la grupa de un negro corcel
noche tras día y día tras noche
hasta alcanzar el inalcanzable torreón
en el que aseguraban vivía una princesa
que necesitaba ser rescatada.
Tras alcanzar sus gruesos muros
escalé hasta la única ventana
que iluminaba su interior
la estancia estaba vacía
y a juzgar por lo que allí había
debieron abandonarla hace mucho tiempo…
mucho tiempo.
No existen las princesas rosas
ni violetas
ni verdes
ni amarillas
ni tan siquiera multicolores
todo resultó ser una fábula infantil
para entretener el tiempo
y para enredar las noches
nunca debió utilizarse
para construir nuestros sueños.
Tan solo existen hombres y mujeres
que no necesitan ser salvados
que no necesitan de salvadores
que no necesitan que les cuenten cuentos
que no se conforman con medias naranjas
ni tan siquiera con medias manzanas
se comerán la fruta entera
una vez llegado el momento
si eso es en verdad lo que desean.
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😉
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