Es cierto, en mi opinión, que debemos perseguir nuestros sueños hasta alcanzarlos, pero tampoco debería convertirse en una obsesión, pues a veces –quizá demasiadas veces–, su logro pudiera escapar a nuestro control. Tampoco debemos renunciar al primer escollo que encontremos, pues hay ocasiones en las que no es fácil alcanzar esa meta. Si a esto le sumamos nuestros miedos el cóctel pude ser muy amargo. Vivir, siempre, despiertos y con los pies sobre la tierra puede ser una buena condición a tener en cuenta.
Eso sí, soñar, siempre soñar, incluso con aquellos que se nos pudieran antojar, en principio, imposibles. Los miedos nos pueden confundir y bloquear. No dejemos que nos dominen. Sé que no es fácil pero, al menos, debemos intentarlo. Espero que estos versos que en esta mañana de domingo comparto con vosotras y vosotros, podáis encontrarme; podamos encontrarnos. Si bien os puedo asegurar que, al dejarlos brotar desde dentro de mi, he sentido cómo liberaba algunos de mis miedos y me sentía mejor.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Se despertó creyendo
que su jardín se había marchitado
y sintió cómo la pena invadía
el instante de luz
que la mañana le regalaba.
Quiso volver a cerrar sus ojos
y regresar al sueño perdido
en el que las sombras se difuminan
entre arcoíris que pintan un cielo
salpicado de nubes blancas.
Se despertó creyendo
que el sol atardecía
y que anochecía la luna
y sintió el acelerado pálpito
de un corazón atormentado.
Quiso volver a cerrar sus ojos
y olvidar lo que nunca vivió
para vivir lo que hubo soñado,
sabiendo que el tiempo
inexorable en su caminar
ordena desordenadamente pasado y presente,
desordena ordenadamente presente y futuro.
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