No es mi temor la muerte, pues sé que forma parte de la vida desde el primer momento que vemos la luz cuando llegamos a este lugar al que llamamos Mundo. Confieso que tengo miedo al olvido. Para mí, esas es la verdadera muerte. Cuando nadie te recuerda; cuando nadie recuerda tu paso, cuando no has dejado huella. Pero soy un privilegiado. Un verdadero privilegiado. Tengo recuerdo de mis padres, que ya no están aquí; tengo recuerdo de mis abuelos, que tampoco están aquí; incluso guardo recuerdos de mis bisabuelos y tatarabuelos que me contó mi abuelo, antes de partir. Es por ello que siguen vivos. La muerte me arrebató su cuerpo, ese cuerpo al que no puedo abrazar, pero sí puedo abrazar sus recuerdos.
Tengo a mis hijas, a mi nieta, a mi mujer, a mi familia, a mis amigos…, y junto a ellos voy creando recuerdos de los que disfruto a cada instante. Y cuando nos llegue la muerte, que sé que llegará (espero que más tarde que pronto, aunque camine a mi lado), tendré su recuerdos que harán que sigan a mi lado, después de partir. Y si soy to el que finaliza su caminar, quedará mi recuerdo para aquellos y aquellas que me quieran recordar. Con ello habrá perdido la muerte. Siempre que recordemos a los que ya partieron la muerte habrá perdido. Recordadles siempre. Atesorar momentos para recordar. Llorad su ausencia, si os apetece llorar. Viendo de nuevo nuestros recuerdos, venceremos a la verdadera muerte. ¡¡Feliz vida!!
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Siempre inoportuna
y siempre a destiempo;
nadie te invitó a la vida
nadie reclamó tu presencia
nadie quería verte
nadie preguntó por ti
¿Por qué tuviste que aparecer?
Sé que desde el primer instante
desde antes de dar el primer paso
acompañas nuestro camino.
Lo sé, soy consciente
y siempre he aceptado
tu distante compañía.
Siempre caminando despacio,
pero al acecho;
siempre caminando sin prisa,
pero esperando el tropiezo;
siempre caminando, en silencio,
pero con tu mano tendida
para asirla a la nuestra
y no soltarla a la primera ocasión
que se presente.
Quizá algunos reclamen
tu presencia en algún lugar,
cercano o lejano,
qué más da;
quizá alguien reclame tu compañía
como liberación a su sufrimiento,
qué se yo;
quizá algunos busquen tu soledad
para lo que quieran que la busquen
pero no es mi búsqueda.
Yo no te llamé
ella no te llamó
nosotros no te llamamos
nadie te llamó.
Apareciste con tu silenciosa soledad
y te la llevaste, sin permiso.
Sin embargo, solo te llevaste su cuerpo
solo un cuerpo cansado,
cerraste sus ojos
esos que vieron tantos amaneceres,
esos que lloraron con la tristeza
esos que lloraron de alegría
tantas y tantas veces,
tantos y tantos días.
Aprendimos, con el pasar de los años,
a atesorar recuerdos infinitos
momentos que permitirán
que nos acompañe
siempre que lo deseemos,
en soledad o en compañía.
La muerte solo se lleva un cuerpo
la verdadera muerte es el olvido
y mientras yo viva
mientras nosotros vivamos
y mientras vivan los que abracen
su recuerdo
no habrá tiempo para el olvido
no habrá sitio para ti, muerte.
De nuevo has perdido
la tenemos a ella, por siempre,
en nuestros recuerdos.
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