¿A quién ves en el espejo cuando te miras en él?

logo¿Reconoces a la persona que devuelve tu reflejo en el espejo? ¿Cuántas veces nos miramos en el espejo, aun sin reparar en el detalle de la imagen? A veces nos miramos con prisa; para peinarnos, maquillarnos, mirar las ojeras, mientras nos afeitamos… A veces nos miramos con pausa; una nueva mancha, un nuevo grano, las canas, el rostro y…, de repente, podemos no conocer la imagen que nos devuelve el espejo. Ese no soy yo. Esa no soy yo. No conozca a la persona que me mira tan fijamente como yo le miro.

Yo soy de los que se mira con prisa, y pocas veces con pausa. Pero debo confesar que a veces, algunas veces, sí me gusta mirarme en el espejo y descubrir, en esa imagen inversa que me regala, el paso del tiempo; el paso de los años y, sobre todo, me gusta mirar dentro de los ojos que me miran. Procuro mirar todo lo profundo que puedo para encontrar la felicidad de todo lo vivido. Alcanzar la mirada de ese niño que se sorprendía según iba creciendo y aprendiendo, pues aún sigo aprendiendo y creciendo. Siempre aprendiendo. Siempre creciendo.

Hoy es domingo, pero no es un domingo más. Ni siquiera es ‘otro domingo’. Es domingo, treinta de enero de dos mil veinte. Último domingo de este mes de enero que se despide. Es un día único e irrepetible. Sí, único. Si, irrepetible. Volverán muchos domingos más, pero ninguno será igual a este. Ningún día es igual a otro. No deberíamos olvidar que, cada día, nos regala mil cuatrocientos cuarenta minutos para aprovecharlos de la mejor forma posible. ¿Por qué no mirando la mirada que nos mira, cuando nos miramos en un espejo?

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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Si cuando te miras al espejo

te encuentras con la figura de un extraño,

de un desconocido, quizá,

y solo quizá,

dejaste de soñar sueños.

 

Es fácil olvidarse de soñar la vida,

es fácil olvidarse de vivir quimeras

si dejamos que este acelerado mundo

nos arrolle dejándonos confundidos, desarmados

y sin fuerzas para seguir creyendo en imposibles.

 

Detente tan solo un instante,

un breve instante

y regresa a algún momento feliz

en el que el mirar de tu mirada

encontraba un mundo diferente

y un horizonte al que deseabas llegar.

 

Ahora entorna tus ojos, e inspira,

inspira de manera profunda

como si quisieras guardar en ti

la mágica esencia que te abraza,

proporcionándote la paz que necesitas

para volver a encontrarte.

 

Hazlo una vez, o dos, o tres…,

o tantas veces como lo precises

hasta volver a reconocer, frente al espejo,

la mirada de aquellos ojos

que soñaban la vida

que vivían los sueños.

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😉

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