Cualquier estación es buena para soñar. Cualquier estación es buena para reflexionar o pensar. Cualquier estación es buena para abrazar recuerdos, palabras o silencios. Cualquier estación es buena para vivir. Cualquier estación es buena para partir. Sin embargo, el otoño se me antoja como ese tiempo ideal para encontrase con uno mismo; repasar lo acontecido desde el último otoño, y proyectar los sueños hasta el que está por llegar.
Sus colores cálidos pintan de ocres, dorados, rojos, verdes suaves y luminosos amarillos nuestro mundo. Los grises pueblan nuestros cielos, pero una luz especial ilumina las sombras acompañando soledades mientras sigue respirando la vida. Porque la vida, después de todo, sigue latiendo. He sacado mi paleta de otoñales colores y he pintado de palabras mi cuaderno; la luz entraba por mi ventana.
Recibo este otoño y despido este verano que se amarra con fuerza para no partir. Siento la paciencia del otoño y cómo calma mi alma. Sabe que va a llegar. No tiene prisa. Sabe que llegará su tiempo y acompañará mis sueños. He recibido el viento que anuncia su llegada, presto estoy a recibirlo. Ya tarda. Ya viene. Ya llega.
Si te apetece puedes escuchar estos versos:
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Silba el otoño
el tiempo que ha llegado
danzar de sueños dorados
que desprendidos de sus efímeras
vidas
alfombran los caminos
ciegan las veredas
que antaño recorrimos.
Nubes sobre los tejados
de pizarra
adornados de verde musgo
troquelan el azul celeste
de un verano que se resiste
a partir
partieron otros
y tú también partirás
el viento aguarda
junto a mi puerta
y quiero dejarle entrar.
Con él entrarán otras luces
y entrarán otras sombras
llegarán silencios
y abrazaré recuerdos
nuevos recuerdos
nacidos de la vivida vida
y otros que siempre guardo
para cuando regresa el otoño.
No insistas más viento
pronto abriré puertas y ventanas
tengo presto el corazón y el alma
para el encuentro
ya te abro
ya llegas
ya te siento.
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😉
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