Unos versos para el Día Mundial del Teatro

logoDicen que la vida es puro teatro. Habría mucho que decir respecto de esta afirmación, pues la vida no es ninguna broma y el teatro, tampoco. Diferente es cómo nos tomamos una cosa y la otra, sin desmerecer cualquiera de ellas. Sí es cierto, que nuestra vida se asemeja mucho a una tragicomedia en la que la risa y el llanto, la alegría y la tristeza, la vida y la muerte…, se alternan según vamos creciendo; según van transcurriendo los actos, antes de finalizar la representación, en un constante ir y venir de personajes diversos.

Sí deberíamos tener claro, muy claro, que el verdadero protagonista somos cada uno de nosotros. Es por ello, que deberíamos saber que estaremos en el escenario las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. Nunca abandonaremos las tablas o, por lo menos, no deberíamos hacerlo. No obstante, a veces, algunas veces es interesante hacer un breve mutis y tomar distancia para poder ver, desde el patio de butacas, cómo se ve la función y así poder corregir. Nunca repetir. La escena ya está vivida. Podemos rectificar sabiendo, que será otra escena.

Nací en un pequeño pueblo leonés, de hace unos años, cuando la compañía del abuelo paterno se detuvo allí, a ofrecer su extenso repertorio, en aquel lugar y en los pueblos de alrededor. Varias generaciones de cómicos, o titiriteros, que era como nos llamaban en algunos lugares, me han precedido. Qué orgulloso me siento de tan bello regalo. He hecho teatro desde que nací, prácticamente, y durante varias temporadas he hecho teatro, incluso dirigí algunos grupos de aficionados y, aunque ahora no subo a un escenario a actuar, mato el gusanillo de pisar las tablas con recitales de poesía, presentaciones de libros, programas de radio, y otros menesteres que van de la mano en la Cultura. Nací cómico. Moriré cómico. ¡¡Feliz Día del Teatro!!

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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La vida es esa tragicomedia

que se inicia cuando se levanta el telón

en ese preciso instante en el que llegamos,

finalizando cuando se baja el telón

en ese instante preciso en el que partimos.

 

Esa primera escena que llena de luz y color

todo el patio de butacas,

donde diferentes espectadores, pocos al principio,

disfrutan del comienzo de la función sin saber,

realmente, en cuántos actos se divide

este espectáculo de vida,

con un auditorio cambiante según avanza

el pasar de las escenas

y tú siempre sobre las tablas hasta el final.

 

En cada vida solo hay un actor principal,

tú mismo,

pero sin concha ni apuntador

que pueda ayudarte a salvar la escena.

 

Pertenezco a una estirpe de cómicos

por varias generaciones

y me siento muy orgulloso de estos orígenes

tan diferentes a los de muchos otros,

ni mejores ni peores, pero sí diferentes.

 

Una troupe familiar que viajaba

de pueblo en pueblo buscando lugares

en los que mostrar que la vida es sueño

y los sueños vida son,

con un extenso repertorio

haciendo así las delicias de unos espectadores

que ávidos de teatro y de noticias

llenaban cada tarde y cada noche

lugares con escenarios improvisados,

plazas donde nada había antes de su llegada,

teatros con bambalinas y candilejas

permitiendo que la magia del espectáculo

llenase de vida cada rincón.

 

Prestar tu cuerpo y tu voz,

tu risa y tu llanto,

tu soñar y sentir…

a diferentes personajes que cobraban vida,

esa vida que el autor había escrito en el libreto.

 

Diferentes actos han jalonado

y jalonan mi representación;

diferentes ‘mutis por el foro’

he protagonizado antes de tiempo

o con el tiempo ya cumplido.

Mas se acerca, espero que sin prisa,

el final de esta mi tragicomedia

y cuando se baje el telón

no esperaré aplauso alguno,

procuraré partir en silencio

y ligero de equipaje,

igual que cuando se levantó el telón

un día de primavera de aquel lejano año.

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😉

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