Hay días significativos en el calendario, pero no sabría decir, sinceramente, cuál de ellos resaltar por su «importancia» o trascendencia. Día Mundial de la Poesía (21 de marzo). Día Internacional de la Paz (21 de septiembre). Día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre). Día del Padre (19 de marzo)… Cada día del año tiene diferentes celebraciones o aniversarios que, nos pueden gustar más o menos, o nos pueden interesar menos o más.
Hoy domingo, veinte de marzo, se celebra el Día Internacional de la Felicidad, puente entre dos fechas, para mí, bastante significativas. En esta entrada quiero mirar atrás, hacia el día de ayer, y me ha surgido una pregunta. Si nació mi hijo, mi único hijo, y la muerte me lo ha arrebatado a traición y sin esperarlo ¿sigo siendo padre? Para mí la respuesta fue clara e inmediata. Sí, siempre lo sería, aun con su ausencia.
He intentado ponerme en la piel de ese padre que, por circunstancias de la vida, pierde a su hijo. A su único hijo, cuando tiene toda una vida por delante para vivir y soñar; para cumplir sueños y para no alcanzar algunos; para reír a carcajadas y para llorar sin consuelo. Y el dolor que he sentido, incluso físico, se me ha hecho insoportable y he tenido que eliminar ese pensamiento. Tiene que ser horrible. Pues para ellos, para esos padres que han perdido un hijo, vayan estos versos con todo mi respeto, apoyo, comprensión y cariño. Felicidades, padres.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Soy padre.
El día que nació mi hijo,
mi primer hijo, mi único hijo,
fue sin lugar a dudas
el día más feliz de mi vida.
Todo cambió a partir de ese instante,
ya nada volvería a ser igual
que antes era,
pues nacido del amor
llegó a este mundo que habitamos,
de prestado,
un nuevo habitante que pronto
daría sus primeros pasos;
tímidos, dubitativos, lentos…,
pero sus primeros pasos
y yo estaría a su lado.
Pasan los días, los meses y los años deprisa,
muy deprisa,
demasiado deprisa
y le veo crecer, y le amo;
y le veo caer y le ayudo, y le amo;
y le veo levantarse y me alegro, y le amo;
y le veo reír y me hace feliz, y le amo;
y le veo llorar y le consuelo, y le amo…
Le amo más que a mi propia vida.
Y un día, un aciago y desgraciado día,
todo cambió en un instante,
en un solitario e insignificante instante,
arrebatándome el amor de mi vida,
mi amor verdadero,
ese que solo se siente por un hijo.
Y todo cambió, y nada volvió a ser
como antes era.
Tenía diecisiete años
y toda una vida por delante.
Palabras de consuelo que no consuelan
llegan hasta mi:
“Tienes que seguir adelante,
la vida continúa”.
¿Y qué me importa a mí
que la vida continúe si no está él?
¿Y qué me importa a mí que amanezca
un nuevo día,
si no le tengo a él para abrazarle?
¿Y qué me importa a mí nada
si me han arrancado un pedazo de mi vida
haciendo que mi corazón quiera dejar de latir?
Ha pasado el tiempo,
un año, dos meses y tres días,
y me parece toda una eternidad su ausencia.
Hoy se celebra el Día del Padre
y no estás para darte un abrazo,
y no estás para sentir tu calor,
y no estás para escuchar tu voz…,
y no estás.
Tan solo estas palabras entre versos
que como cada mañana de cada día
brotan de todo mi ser buscando
un lugar donde encontrarte.
Hasta siempre mi Amor,
quizá volvamos a vernos,
espero que volvamos a encontrarnos
y pueda volver a abrazarte,
y podamos volver a abrazarnos,
y poder volver a decirte todo lo que te amo
y todo lo que te extraño.
Soy padre y tengo un hijo,
mi hijo, mi único hijo,
mi Amor verdadero.
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Un tema tan delicado que solo de pensar sobre ello, parece que las letras las palabras se rompen por si solas en mil pedazos.
Un abrazo.💚✔
Cierto, mi querida Amiga, Es tal el dolor, que siento cómo se consume la vida, en un instante, y me quedo sin rumbo ni futuro. Es difícil el consuelo.
Besos