Esta mañana he querido detener mi despertar, dejando volar la mirada que, aún sin ver, me hace sentir todo lo que me rodea. A veces lo hago con los ojos cerrados. A veces en la oscuridad que nos brinda la noche, aunque mis ojos permanezcan abiertos de par en par. A veces, muchas veces, dejando la mirada fija en un lejano punto del horizonte próximo, mientras percibo el latir de mi entorno.
Los pequeños detalles consiguen llenar esos vacíos que, la velocidad con la que vivimos la vida, abren ante nosotros sin darnos apenas cuenta. Si observas la Naturaleza, el cielo, el brillar de las estrellas, la mar cercana, los montes acariciados por las nubes, la sonrisa de un niño, la sincera mirada de unos ojos, el vuelo de una golondrina, el danzar de las hojas en otoño… Pequeños detalles que dan verdadero sentido a nuestra vida.
¿Y por qué no dejar esta mañana, que esos pequeños detalles acompañen mi despertar? Escribiría el poema interminable, si quisiera que mis versos recogieran, tan solo, una ínfima parte de los que viven a mi alrededor. Si bien, valgan estos versos, que ahora comparto en este lugar de encuentro, como esa muestra que, aun sin ser botón, te permita reconocerlos si aún no has sabido identificarlos, teniéndolos tan próximos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Me gusta asomarme al mundo
observando el horizonte
al amanecer de la mañana
y dejar que mi mirada
se pierda más allá del lugar
en el que habitan los sueños.
Solo así consigo abrir el corazón
dejando que mis sentidos sientan
los pequeños detalles
que nos regala el Universo;
dejando que mis recuerdos recuerden
algunos tiempos ya vividos;
dejando que mis abrazos abracen,
de nuevo, los abrazos perdidos;
dejando…
Siento la música en el hipnótico danzar
de las hojas danzarinas que el viento desprende,
suave, del solitario castaño que ancló sus raíces
a la entrada del viejo parque.
Recuerdo la primera sonrisa,
los primeros pasos,
la primera mirada,
que mis hijas me regalaron
aquellos primeros días…,
y todos los que llegaron después.
Recibo los abrazos de mis amigos
que tanto añoraba
y que nos fueron hurtados
por una incruenta pandemia
que aún nos asola.
Asomarme al mundo
y sentir,
asomarme al mundo
y rescatar
cada insignificante detalle
para hilvanar los retales de vida
con los que arroparme
cuando la soledad llame a la puerta.
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