Qué difícil debe ser convivir con una soledad obligada o impuesta, y no me vale la frase: «A todo se acostumbra uno». Creo, sinceramente, que el Ser Humano no se acostumbra jamás a la soledad impuesta u obligada; otra cosa bien distinta es que conviva con ella porque no le quede otro remedio. Muchos libros y películas recogen al solitario o solitaria que, para ahuyentar esa soledad no deseada, habla con todo lo que le rodea, natural o fabricado para sentir compañía; para sentirse acompañada o acompañado. Qué difícil debe ser.
Hace unos días, regresando a mi casa en tren, venía sentado junto a la ventanilla, observando el paisaje, dejando que mi mirada y mi imaginación viajasen junto a mí. Hubo un instante en el que atravesamos una extensa llanura, con poca vegetación, muy poca, casi inexistente, y me fijé en un solitario árbol en mitad de aquel páramo; me pareció observar un camino que se dibujaba junto a él, pero sin llegar a alcanzarlo. Nada conducía hasta su sombra. Nada parecía estar a su resguardo. Y de aquella visión, de aquella imagen nacieron estos versos que ahora comparto. ¡Feliz Lectura!
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Solitario árbol que ofreces ahora
tu fresca sombra al caminante
a sabiendas que para alcanzarte
deberá abandonar la senda elegida
desterrando la falsa seguridad
de unas huellas ya marcadas.
Llevas años alzado majestuoso
sobre la llanura
ofreciendo en tus ramas el cobijo
a las aves que surcan tus cielos
y ahora ansías la compañía del viajero
que acompaña su solitario vagar
en este tiempo que ya se te antoja eterno.
Ya abandonaron sus nidos
ya alzaron su postrer vuelo;
nadie acompañará tus noches y tus días
nadie tus tardes y tus sueños,
piensas,
buscando con afán desmedido
la compañía de un corazón aventurero.
Serena, árbol,
tus ansias de compañía
pues es seguro que llegará el día
en el que los pasos de algún errante
conducirán su incierto destino
hasta la sombra alejada de su camino.
Pero no deberías olvidar, árbol,
que nunca estuviste solo;
la luna y las estrellas velaron tus noches
el sol y los cielos alegraron tus días
los vientos jugaron entre tus ramas
mientras pasaban tus años en su compañía.
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