En estos días ha llegado a mis manos un libro infantil, editado por FLAMBOYANT, bajo el título de ‘El Gran Libro de los Supertesoros’ con ilustraciones de Rocío Bonilla y texto de Susanna Isern, que yo recomendaría leer también a mayores, pues nos habla de lo verdaderamente importante para cada uno de sus pequeños protagonistas, y sobre lo que los adultos deberíamos reflexionar seriamente. Cuáles son (o deberían ser) nuestros Súper Tesoros. Valorar, guardar y proteger lo verdaderamente importante.
He querido reflexionar sobre ello después de su lectura, y me he dado cuenta de muchas cosas. Cosas sencillas. Cosas importantes. Cosas en las que no había reparado. Cosas que no conocía. Cosas que no veía. Esas cosas a las que les damos (la mayoría de nosotros), poca o ninguna importancia. Deberíamos encontrar nuestro momento para poder detenernos y conocer la importancia de aquello que nos rodea para poder valorar lo que realmente merece la pena.
De esta reflexión; de esta lectura infantil, realizada con la mirada de un adulto que fue niño, han nacido estos versos que ahora comparto. Si tuviera que dejar constancia de todos los tesoros que poseo y guardo, necesitaría más, mucho más que unos versos. Sin embargo, si se hiciera una lectura del #PoemaDelDomingo que puedes encontrar en esta página, domingo tras domingo, creo que sería muy fácil encontrar muchos de mis tesoros. De mis Supertesoros. ¿Y los tuyos?
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
¿Te has parado a pensar,
alguna vez,
todos los tesoros que posees?
Y no me refiero
a todo lo material
que hayas podido ir atesorando
al cabo de tu vida
pues poco sentido tiene su cuenta
y recuenta
para controlar si crece o mengua
siendo su importancia relativa.
De lo que hablo
de lo que realmente quiero hablarte
es de todo aquello que te es devuelto
como resultado de tus acciones y comportamientos
de tu forma de ver y entender
de tu forma de pensar y actuar
de tu forma de vivir y sentir.
Creo que si tuviera que enumerar
todos los tesoros que guardo
incluso aquellos que no sabía que tenía
y que he ido descubriendo al poder pararme
a ver, a pensar, a vivir,
a entender, a actuar y a sentir,
necesitaría algo más que un poema
trenzado negro sobre blanco
para conocer mi auténtica fortuna.
Mi familia y mis amigos
son algunos de los tesoros
que verdaderamente importan.
Y el tiempo
ese que me regala cada mañana la vida
dándome una nueva oportunidad
para rectificar los errores
que pudiera haber cometido
hasta que la noche
quiso dar por terminado el día.
Y el amor
ese que siento y percibo
de todo lo que me rodea
y me alcanza y me abraza
cuando la tristeza intenta
acomodarse a mi lado.
Y los sueños
esos que me permiten crecer y avanzar
y que nacen mientras duermo
y que nacen mientras vivo
justo instantes antes de hacerse realidad
o de proponerme una justa espera.
Y…
¿Y tus sueños?
¿Y tus tesoros?
¿Te has parado a pensar,
alguna vez,
todos los tesoros que posees?
.
.