En los recuerdos y en la ausencia, habita la poesía

logoHay amaneceres en los que la luz alcanza los cuatro puntos cardinales, y hay amaneceres que, aun así, sientes como ‘algo’ ensombrece esa luz. Pero si te asomas al alfeizar de tu ventana, puede que no veas nubes, puede que no percibas nada, pero sientes que ‘algo’ sucede, o está por suceder. Hoy domingo, 6 de febrero, despertó el día como lo hace muchas mañanas, sin embargo, guardaba una noticia que no esperaba escuchar. Cuánto duele la ausencia inesperada. Cuánto duele la ausencia.

No volveremos a saludarnos, ni a darnos un abrazo. No volveremos a conversar sobre tantas y tantas cosas. «Mis saludos a un hombre solo», me decías en ocasiones, cuando coincidíamos en algún evento, haciendo un guiño a la película dirigida por Ray Milland. Cuántos recuerdos. Cuánto dolor por la ausencia ¿Por qué? Quizá la pregunta no tenga mucho sentido, pero me nace en los labios y necesito pronunciarla. Cuánto me enseñaste. Cuánto me quedaba por aprender. Cuánto te voy a extrañar.

Tuve el privilegio de presentar en Getafe tu novela: ‘Invasor’. Cómo recuerdo aquella tarde. Cómo recuerdo cuando nos presentó Lorenzo Silva. Cómo recuerdo aquel día. Cómo recuerdo aquellos días en la Feria del Libro de Madrid. Cómo recuerdo esas conversaciones entre los dos. Cómo recuerdo tu paso por Rincón Literario. Cómo te recuerdo, mi querido Amigo. Prometo no olvidarte mientras mi memoria me permita acercarte desde mi corazón. Desde ese lugar íntimo, en el que habitan los momentos felices. Hasta siempre, mi querido Amigo. Hasta que volvamos a encontrarnos.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

.

Siento ensombrecida la luz

que se acerca hasta esta mi ventana,

en un amanecer silencioso,

este extraño domingo de febrero.

 

No albergan nubes el azul del cielo

que impidan a esta soleada mañana

acariciar árboles y flores,

o acompañar la sonrisa de los niños

en sus entretenidos juegos por el parque.

 

Libero mi cuerpo de las violetas sábanas

que lo han abrazado durante la noche,

y con una pausa casi medida

levanto la persiana, dejando

que la ensombrecida luz alcance mi mirada.

 

Pongo en marcha el aparato de radio

que me sirve de despertador,

desconectado solo los fines de semana,

y al escuchar la inesperada noticia

siento cómo se paraliza mi cuerpo,

cómo se me hiela la sangre,

cómo me tiemplan las piernas…,

obligándome a sentarme sobre la cama.

 

“…esta mañana ha fallecido

el escritor Fernando Marías,

tenía sesenta y tres años…”.

No escuché más.

No podía escuchar más.

No quería escuchar más.

 

Enseguida tus recuerdos se agolparon

en mi mente pugnando por salir,

por recuperar esos instantes compartidos,

esas charlas sobre lo humano y divino,

esas dedicatorias mutuas

en nuestros encuentros con la literatura.

 

Te extrañaré, mi querido Amigo,

sé que te extrañaré.

Echaré de menos el poder coincidir

contigo en cualquier lugar

en el que la Cultura, con mayúscula,

te reservaba siempre un espacio,

un tiempo.

 

No volveremos a encontrarnos,

al menos por ahora,

pero guardaré esos momentos vividos

en ese rinconcito de mi corazón

en el que habitan mis instantes felices,

para poder recuperarlos

y así hallarte en mi memoria.

 

Hasta siempre,

mi querido Amigo,

vivirá en mi tu recuerdo.

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:(

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