No me cansaré de decirlo una y otra vez. No me importa si con ello me repito una y otra vez. No me importa si al pronunciarlo estoy pronunciando la mayor de las obviedades. «Nací de una mujer, viví en su interior nueve meses y soy un hombre». Creo que lo menos importante es que sea un hombre. Y estoy seguro de que lo más importante es el tiempo que compartí con esa mujer. Mi madre. Ella me dio de forma incondicional todo el amor que en aquel momento la acompañaba. No nací en un hospital. Nací en una casa. A su lado. Y junto a ella empezó mi vida «en este lugar».
En otros poemas he hablado de mi madre. Del amor que regalaba a su marido, hijos, hijas y personas que compartieron su vida. Nunca será suficiente para reconocer y agradecer que me diera la vida y me enseñase tantas y tantas cosas. Tantos viajes. Tantos escenarios. Tantos personajes. Tantas experiencias. Tantas risas. Tantos llantos. Tantos sueños… Un verdadero privilegio haber conocido a un Ser excepcional. A una persona excepcional. A una mujer que siempre formará parte de lo que soy.
Me vais a permitir que en esta ocasión estos versos se los dedique, especialmente, a los hombres, para recordarles que nacieron de una mujer y que vivieron dentro de ella durante unas cuantas semanas. Gracias a una mujer están aquí. Sí, una mujer. Las mujeres habitan este espacio que compartimos con los mismos derechos que los hombres. No son menos que los hombres. Son iguales. Buscan esa igualdad que les arrebatamos desde una sociedad machista y patriarcal. NUNCA. NADIE. Debió arrebatarles lo que era suyo. No las silenciemos. Son nuestras compañeras de viaje, si quieren que las acompañemos. Solo SÍ es SÍ.
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Por más que busco y rebusco
en el desván de mis recuerdos
no logro encontrar aquel instante
aquellos momentos compartidos
en los que yo formaba parte de ti
y nuestros corazones se acompañaban
en la soledad y en el silencio alborotado
y maravilloso que la vida nos regala.
Mi memoria intenta una vez tras otra
alcanzar aquel lugar mágico
en el que tú lo eras todo
y yo solo respondía comiendo y creciendo
creciendo y comiendo ignorante de un futuro
que pronto me arrancaría de ti
en el transcurrir del tiempo.
Sin embargo cuando las sombras regresan
a teñir mi presente y mi futuro de una oscuridad
que no comprendo detengo mi caminar
procurando el mayor de los silencios
y es en ese instante y solo en ese
cuando escucho el latido de mi corazón
y es en ese instante y solo en ese
cuando le oigo acompasado al tuyo
que nunca dejó de latir a mi lado.
Me he convertido en un hombre
y formé parte de una mujer
antes de conocer este mundo
compartiendo con ella la incondicionalidad
que solo el verdadero amor
es capaz de mostrar
por ella soy quien soy
y a ella agradezco ser lo que veis.
Me enseñaste cómo se ama
me enseñaste a respetar y comprender
a soñar y a perseguir
a buscar y a encontrar
me enseñaste a respirar
y la sensibilidad que la fortaleza otorga
me enseñaste tanto de la vida
que no sé si podré dejar el legado
que con tanto amor me entregaste.
Me enseñaste a vivir con tu vida
me enseñaste a morir con tu muerte.
Te amo, mujer
te amo, mamá.
.
.