Finalizando el siglo XX, la UNESCO designó el 21 de marzo como el Día Mundial de la Poesía, para que celebremos cada año en torno a ella, un momento de alegría y reconocimiento al ser una expresión que mana en todas las culturas, con independencia del continente en el que habiten, o hayan habitado. La poesía siempre ha sido necesaria, para permitirle al ser humano conciliarse con todo cuanto le rodea. La fuerza de la poesía es indiscutible y siempre ha molestado, o al menos incomodado, a los que ostentan el poder.
La poesía expresa nuestros sentimientos. De todo tipo. Nada debe censurar lo que sentimos. Siempre ha habido conflictos internos y externos en el Ser Humano, y la poesía ha servido para preguntarse; para obtener respuestas; para generar nuevas dudas; para perseguir sueños; para viajar hasta ese lugar al que solo nos acerca la poesía. La poesía debe ser cuidada y protegida, pues forma parte de nuestro pasado y nuestro presente y estará, sin duda alguna, en nuestro futuro.
En este domingo de celebración, he querido aportar mi granito de arena con un poema. He troquelado, entre los silencios que guardan estos versos, un soneto en el que he pretendido jugar con los entreversos para hacer esta composición. Algunas veces, esos silencios completan las palabras mejor que la propia palabra. Mis felicitaciones, para todas las mujeres y hombres que aman la poesía, en esta fecha a destacar en el calendario de nuestra vida.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Me he sentado a escribir un poema
en el Día Mundial de la poesía
y si bien era eso lo que yo quería
no estaban las musas para esta tarea.
Las invoqué con mi alegría y mi pena
al observar que los versos no salían
deberían andar ocupadas pues no venían
con algún que otro insigne poeta.
No sé a quién recurrir para este logro
entre trasgos, hadas, elfos y ogros
implorando de alguno de ellos tal osadía
mientras busco entre todos los silencios
que dibujo sin rasgos entre mis versos
la primera palabra que inicie esta poesía.
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😉
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