Siempre me han gustado los amaneceres. Abrir la ventana de mi habitación, de par en par, y respirar el regalo que nos hace la vida, entornar la mirada y sentir la suave brisa en mi rostro y buscar el sonido que la Naturaleza me acerca. Todo es nuevo. Ayer ya pasó y estamos de estreno. Miro hacia el este y veo despertarse el día, siento su fuerza, siento su calor, incluso percibo una agradable fragancia. Observo las nubes y sus colores y sus formas y su movimiento, recortando un cielo convertido en mágica paleta de colores, que convierte el día en un regalo para los sentidos.
Cada rayo de sol, cada rayo de luz va despertando, sin prisa, una mañana llena de oportunidades que solo nosotros debemos descubrir y aprovechar. Atrás quedaron las sombras de la noche y los malos pensamientos, y los sentimientos que abrazan la tristeza. Recibe el día que está por estrenar y date una nueva oportunidad. No dejes que nada ni nadie enturbie tu paz. Destierra todo aquello que no te aporte vibraciones positivas y abraza la alegría de todo lo que te procura la vida. No es necesario buscar lejos; no es necesario grandes propósitos. Es imprescindible vivir despiert@.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Amanece y las nubes
regresan al encuentro con la mañana
para mostrarse con esa luz prestada
que contornea sus abstractas figuras.
Nubes blancas
nubes grises
nubes azules
anaranjadas nubes
que parecen incendiar un cielo
preñado de sueños por alcanzar.
Ya los campos se iluminaron
y se iluminaron también los caminos
y los edificios de las ciudades
y las iglesias de los pueblos
y las copas de los árboles
y las arenas de las playas
y las aguas que calmas la bañan.
La naciente luz
espanta las sombras
que inundaron la noche
invitando al despertar
de las almas dormidas
que siguen y persiguen
la llamada de su horizonte.
El Universo marca sus tiempos
para que permanezcamos atentos
para que continuemos despiertos
mientras la vida nos sale al encuentro.
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