Confieso y reconozco, en este lugar de encuentro, el dolor que siento cuando me entero del suicidio de una persona. Llego a sentir, incluso, un dolor físico, como si algo dentro de mi fuera arrancado de alguna manera, sin anestesia alguna. No importa si es más conocida o menos, pues seguro que detrás de ella hay gente, mucha gente, para la que es importante. Si bien en cierto, que la muerte de un personaje conocido trae a ‘primera portada’ de las noticias este hecho, lamentablemente, más común de lo que algunas personas pudieran pensar.
Es necesario que se tomen más en serio las enfermedades mentales, y para ello es imprescindible dotar de más medios la Sanidad Pública. Igual que cuando tenemos una dolencia física acudimos a un especialista (traumatólogo, ginecólogo, urólogo, odontólogo…). Si sentimos que algo en nuestra cabeza no está bien, o nuestro estado anímico nos hace hundirnos y no hay manera de reflotar y seguir con nuestra vida, de una forma adecuada, deberíamos acudir, quizá, a un psicólogo o psiquiatra. Pero poca gente se puede permitir pagar un médico privado.
Hace unos años sufrí un periodo depresivo, por el cual estuve una larga temporada de baja laboral. Necesité de ayuda médica para poder superar esa situación…, y al final lo conseguí. No es fácil, pero se puede salir. Si yo lo he conseguido, tú también pudes hacerlo. En un momento determinado me ayudó la escritura, y más en concreto la poesía. De ahí nació mi segundo poemario: ‘Des–Esperanzas’. En el que recogí mi experiencia personal. Ahora quiero compartir estos versos contigo, por si te apetece leerlos o escucharlos. ¡¡Ánimo!! Y recuerda, eres único e irrepetible, NO hay nadie igual que tú.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Ningún cielo está libre de tormentas.
A veces, ese azul que ilumina
sobre nuestras cabezas el caminar diario
que hemos decidido tomar
se ve amenazado por la llegada
de nubes grises y negras,
de nubes negras y grises
como presagio de una tormenta venidera.
Pueden ser nubes pasajeras
que nunca descarguen
lo que en su interior guardan
y que tras unos breves instantes,
cuasi eternos, a veces,
se disipen arrastradas por los vientos
para no regresar, al menos por un tiempo
dejando sobre nosotros un despejado cielo.
Pueden ser nubes persistentes
que deciden acompañar nuestras soledad
y perseverantes se abracen a silencios,
y a ausencias, y a temores, y a desesperanzas…,
alertándonos de una posible tormenta
que a más seguro descargará con fuerza,
con toda su intensidad, y sin miramiento alguno
frente a nada y frente a nadie,
arrasando con todo y con todos.
Señales a las que estar atentos
a las que prestar toda nuestra atención
pues nadie está libre
de la llegada de nubes grises y negras,
de la llegada de nubes negras y grises
que pretenden acabar con nuestros sueños.
Nada hay más devastador que la tormenta
que se cierne sobre un corazón desatendido.
Quizá te olvidaste de ti
al intentar proteger a otros.
Quizá olvidaste amarte a ti
al intentar amar a otros.
Quizá dejaste que el azul de tu cielo
se preñase de nubes de tormenta
por intentar evitar las tormentas de otros.
No debes buscar lejos de ti el amparo
que te permita disipar la tormenta,
lo encontrarás en ese sereno lugar
en el que nacen los sentimientos
que nos ayudan a caminar cada día
y a saborear los instantes felices
que nos regala cada amanecer;
y si no encuentras el camino
no desesperes bajo la amenazante tormenta
pues no estás solo aunque te lo pudiera parecer;
la tormenta intentará atraparte,
arrastrarte,
eliminarte,
destruirte…
Pide ayuda sin miedo,
con determinación,
quizá necesites una mano a la que asirte
y que juntos despejéis ese cielo
que por muchas nubes grises y negras,
que por muchas nubes negras y grises
que pretendan ocultarlo
recuerda que brilla con su azul intenso
por encima de todas ellas
pues ningún cielo está libre de tormentas.
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Es cierto, «ningún cielo está libre de tormentas»; por ello dejemos protegernos por los que están a nuestro lado.
Muy emotivo . Bravo querido Amigo.✨✨✨
Gracias por tus palabras, siempre llenas de calidez que atemperan el alma y los sentimientos.
Saber que, aun en la distancia, siempre hay un corazón que escucha lo que el tuyo palpita, te da fuerzas para seguir caminando y caminando.
Cuán privilegiado me siento; cuán agradecido a esta vida que me permite vivirla.
Gracias, siempre, mi Amiga.