El 5 de septiembre se eligió para celebrar, a nivel mundial, salvo en algunos países, el Día Mundial del Hermano. Siendo yo el mayor de siete hermanas y hermanos he querido dedicarles unos versos que, además, quería compartir con todas y todos vosotros, con independencia de que seáis hermanos o hermanas. Hay veces, muchas veces, que tenemos una relación muy especial con alguien al que consideramos nuestro hermano o hermana. Es maravilloso. Incluso, por desgracias (es mi opinión, claro), hay hermanos que ni se hablan o ni se tratan. Lo lamento por ellos.
Me siento muy afortunado por todo lo que me regala y me ha regalado la vida, pero en especial, por la suerte de haberme dado cuatro hermanas y dos hermanos. Cada día aprendo de ellos. Cada día les echo de menos. Me gustaría que hubiéramos podido vernos más, últimamente, pero con la COVID, que aún nos asola, llevamos mucho tiempo sin coincidir todos, salvo alguna video llamada grupal que otra. Pero no es lo mismo. Sentir su presencia cerca reconforta cuerpo y alma.
Gracias a los seis por estar siempre a mi lado. Siempre he sentido vuestro apoyo y cercanía, y eso me ha permitido seguir caminando y seguir creciendo. Hoy, en especial, os dedico estos versos, pero el día del hermano debe ser cada día. Sé que en vuestro caso lo es, pero quiero reconocerlo y dejarlo escrito negro sobre blanco. Os Amo, hermanos; os Amo, hermanas. Gracias a nuestros padres por haber hecho posible que pudiéramos estar juntos. Gracias a vosotros por seguir ahí cada nuevo día.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Llegué ese día de primavera
de mil novecientos sesenta
a ese pueblín de la provincia de León
de cuyo nombre sí quiero acordarme.
Ahí comenzó todo lo que, poco a poco,
con el devenir de los años, me reservaba la vida .
Apenas transcurridos doce meses
llegó ella rompiendo mi silencio;
mi primera hermana,
y enseguida otra hermana;
al poco tiempo un hermano,
mi primer hermano.
En cuatro años ya era el mayor de cuatro
cuando sin demora llegó otra hermana,
y después otro hermano, el pequeño de los chicos,
y otra hermana, la pequeña de las chicas.
Tenía once años y era el mayor de siete
y era el mayor…,
el mayor.
Cuatro hermanas y dos hermanos
me ha regalado la vida,
nacidos los siete de unos padres
que nos enseñaron a amar y a amarnos,
y es por ello que cuando miro
el mirar de vuestras miradas
les veo a ellos que ya partieron,
enseñándonos no solo a vivir
sino a saber despedirnos de la vida.
Hemos compartido tristezas y alegrías,
pesadillas y sueños, nacimientos y defunciones,
bodas y separaciones…,
nos hemos alegrado de las metas alcanzadas
y hemos sufrido por aquellas
a las que no pudimos llegar.
Nada es tan importante y abriga tanto
como un abrazo vuestro,
con el que mi corazón
y el de cada uno de vosotros,
mis hermanos,
y el de cada una de vosotras,
mis hermanas,
laten como si uno solo fueran;
ese palpitar que aprendieron
durante los nueve meses
que fuimos uno con ella.
Siete seres tan diferentes
y a la par tan iguales;
siete almas que se encontraron,
quizá, sin haberse buscado;
siete desvanes de memoria
preñados de recuerdos compartidos.
Os amo,
os amo siempre hermanas
os amo siempre hermanos
y no tengo duda alguna
de que si no os hubiera tenido a mi lado
hubiera agotado mi tiempo de vida
en salir a buscaros, sin cejar un solo día,
hasta conseguir encontraros,
hallar ese latido que se funde en uno solo
cada vez que nos abrazamos.
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😉
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