¿Cuánto bueno nos regala la vida? ¿Te lo has preguntado alguna vez? Quizá puedas –pueda o podamos– pensar, que no es justa; pero quién determina lo que es justo o no, porque pudiera darse la circunstancia de que lo que para unos fuera justo, para otros fuera injusto. Creo que la vida es una balanza en ‘equilibrio desconocido’, que con una mano otorga y con la otra equilibra. Pero cada uno de nosotros, con nuestras decisiones, hacemos que ese equilibrio se mantenga estable el mayor tiempo posible.
Últimamente, las seguidoras y seguidores de este lugar de encuentro lo habréis comprobado, hablo mucho del tiempo vivido; de los recuerdos que atesora mi memoria, de detalles e instantes que hacen que cuando los recupero, sencillamente porque me apetece volverlos a sentir, hacen que el latido de mi corazón consiga el ritmo adecuado para permitirme seguir avanzando una mañana más, un día más, un instante más. Y seguir disfrutando del camino recorrido.
De ese repaso por lo ya vivido, manan estos versos que ahora comparto, sabiendo que una mirada puede concentrar infinidad de detalles pequeños que hacen hermosa la vida. Pues como decía el poeta en sus versos: «…Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira…». Cada cual decidirá el color del cristal que situará entre su mirada y aquello que le rodea. Feliz lectura. Feliz poesía.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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He visto menguar la sonrisa de la luna
en las noches huérfanas de estrellas;
he visto crecer la hierba bajo mis pies
en los senderos hasta ahora recorridos;
he visto el lento viajar de las nubes
bajo azules cielos pintados de otoño;
he visto las cumbres esculpidas de blanco
con la inexorable llegada de los inviernos;
he visto la mar acariciando playas lejanas
acompañadas por el suave rumor del viento.
Pero también he visto
la otra cara
de esta mi mirada
que este mundo observa.
He visto crecer la sonrisa de la luna
en las noches preñadas de estrellas;
he visto morir la hierba bajo mis pies
en los caminos que nunca recorrí;
he visto el acelerado viajar de las nubes
cuando las reclama una nueva tormenta;
he visto montañas y elevadas mesetas desiertas
con la llegada de persistentes sequías;
he visto la mar brava golpear con fuerza acantilados
arrancando testigos de lo que en otrora fueron historia.
Seguiré observado
cuanto me rodea
como si fuera
un nuevo descubrimiento
pues sé que mañana
habré agotado ya mi tiempo.
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