A veces, algunas veces, la vida se me antoja un círculo cerrado en el que no es fácil adivinar dónde está el principio, y dónde el final. Cada vez me siento más cómodo ralentizando mis expectativas, e intentando marcar mi ‘tempo’. Procurar controlarlo en lugar de sentirme controlado. Y creo que se me va haciendo fácil, poco a poco. Quizá por la edad que ahora tengo y que, si todo sigue como hasta hora, iré sumando años. ¿Me hace más sabio? ¡¡¡Noooooo!!! Pero sí más paciente.
Sobre ello he querido reflexionar en estos versos que ahora te propongo compartir. No sé si a ti te ha sucedido lo mismo. Muchas veces he recomendado, como experiencia personal, parar. Parar y si se pudiera, resetear. Vivimos a una velocidad que no tiene mucho sentido. Andamos rápido, trabajamos rápido, dormimos rápido, soñamos rápido, queremos soluciones rápidas… ¿Y el camino recorrido? ¿Y el tiempo consumido? ¿Y el aprendizaje adquirido?
Ya bajo la ladera de ese monte que empecé a subir hace ya unos años. Si vuelvo la vista atrás, aún puedo ver la cima, pero está mucho más lejos la parte ya recorrida, tanto, que apenas me alcanza la vista, pero sí los recuerdos. Los recuerdos que anidan en nuestra memoria acercan las vivencias de antaño. Creo que recordar es vivir y que la muerte es el olvido. Latimos en los demás mientras nos guardan en su memoria; dejamos de hacerlo si les ataja el olvido.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Quiso subir alto, muy alto
para sentir el latido del camino
bajo sus pies descalzos,
pero no alcanzó la cima.
Quiso bajar abajo, muy abajo
para sentir la caricia de las nubes
en su ajado rostro,
pero no alcanzó el fondo.
Y se detuvo por un momento
y se detuvo
y…
¿Y si no he sabido entender
dónde finaliza el comienzo
y dónde comienza el fin?
¿Y si no he sabido distinguir
aquello de allí
de esto de aquí?
¿Y si he creído en algún momento
en el amanecer de los días
y en el anochecer de las noches,
mientras los días anochecían
y amanecían las noches?
Y
y se detuvo
y se detuvo un momento…
Subiré a lo alto, a lo más alto
con los pies bien plantados sobre la tierra
para sentir el latido de las nubes
ahora,
pues hoy ya es ayer
y el mañana, quizá,
esté aún por llegar.
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