La vida son poemas y versos que se escriben cada día

logoHay momentos, cuando somos jóvenes, que pensamos que la vida es muy larga. Sin embargo hay otros, en esa misma juventud, en los que nos parece que no nos va a dar tiempo a hacer nada y queremos empezar ya. Cuántas veces hemos querido crecer y ser mayores para poder hacer…, para poder hacer qué. ¿Por qué tanta prisa? Claro, eso me lo pregunto ahora que ya dejé atrás aquella agridulce edad. Cuánta prisa por llegar, y una vez alcanzado… Quizá no debí tener tanta prisa. A veces, algunas veces, la vida se nos puede antojar corta, y otras larguííííííííííísima. Cada cual sabrá, en cada momento, su medida.

Yo ya tengo cumplidos unos cuantos años y me gusta mirar hacia atrás. No porque eche menos ningún año vivido —de veras—, lo vivido, vivido está y me ha traído hasta este instante, con sus días y sus noches, con sus sombras y sus luces. Recuérdalo, somos lo que hasta ahora hemos vivido y no podemos modificar el pasado, pero sí podemos vivir nuestro presente; debemos vivir nuestro presente y, siempre, mirando hacia adelante. El futuro está por llegar, disfrutemos de este presente cercano que nos regala cada amanecer y sigue amando, soñando, riendo…, viviendo.

.

Si te apetece puedes escuchar el poema

.

La vida

ese efímero instante

que transcurre entre el primer

y último latido

de nuestro corazón y después…

Y después todo.

Y después nada.

 

Esa fugacidad

que se nos antoja infinita

cuando la juventud nos acompaña

y que se torna en cercana

cuando el espejo nos muestra

un rostro surcado de recuerdos

y una mirada que en su lejanía

recupera aquella infancia vivida

entre veranos y otoños

entre horas y años

entre inviernos y primaveras.

 

Cuánta vida vivida

entre sístole y diástole.

Cuántos caminos recorridos

y cuántos dejados por caminar.

Cuántos cielos huérfanos de luna

y cuántos preñados de estrellas.

Cuántos horizontes en la lejanía

y cuántos acariciados con la yema de los dedos.

Cuánta lluvia derramada

y cuántas “calmas” tras las tormentas.

Cuánto de nada.

Cuánto de todo.

 

He mirado mis manos

y he reconocido el paso del tiempo,

he mirado a mi alrededor

y he visto la ausencia que el tiempo provoca.

 

Sin embargo

he mirado hacia mi interior

y me he descubierto soñando

y viviendo

y amando

y riendo

y disfrutando

y esperando…

Esperando, sin prisa,

la llegada de mi último latido.

.

😉

.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *