¿Cuánto se puede llegar a querer a un hijo; en mi caso a una hija? No creo poder cuantificarlo. Tampoco lo pretendo ahora y jamás lo he pretendido. Sin embargo, mañana mi ‘peque’ cumplirá siete años. Siete años ya. Cómo corre el tiempo. Llegan a nuestro lado un día; crecen junto a nosotros; y cuando te quieres dar cuenta ‘aletean’ jugando en el nido, para partir mañana.
Tiene nombre de agua; y de piedra; y de Naturaleza; y de vida. Marina. Pregunta y se responde; te responde y te pregunta. Es un torbellino que quiere aclarar sus dudas sin haber tenido tiempo aún de que surjan. Todo lo cuestiona. Todo lo razona. Todo pretende explicarlo.
Para ella y para todas las Marinas; para tod@s l@s que cumplan años en este día; para las niñas que llegaron y para aquellas que están por llegar; para l@s que siguen soñando; para l@s que han alcanzado sueños y para aquell@s que los perdieron, dejo estos versos, en esta tarde de domingo en la que la vida, a pesar de todo, sigue latiendo.
Si te apetece puedes escuchar estos versos:
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Amanecen y anochecen
anochecen y amanecen
unos días tras otros
y con ellos los meses y los años
sin darnos tiempo a reparar
en lo fugaz
que a veces
se antoja la vida.
Aún es pronto para abandonar el nido
sin embargo
ya aleteas hasta su borde
y tus ojos miran curiosos
más allá de donde mis brazos abarcan.
Te preguntas y preguntas
sobre razones y sinrazones
acerca de nuevas palabras
y de palabras viejas
de cosas que aún no comprendes
y de incomprensibles cuestiones.
Guardas celosa inagotables sacos
de besos y de abrazos
para regalar por doquier
tus manos encuentran las mías
siempre prestas a la espera
y tus labios y tus miradas
me hablan de sueños.
Tan solo son siete años
los que separan tu llegada
de este instante
de este irrepetible momento
dos mil quinientos cincuenta y siete días
y me parece
que tan solo amanecieron y anochecieron
poco más de un puñado de jornadas…
eso es lo paradójico del tiempo
que avanza cuando parece detenerse
y se detiene cuando parece desbocado.
Felicidades siempre mi Mar
felicidades siempre mi playa
a la que siempre regreso
tras las tormentas de la vida
a encontrar la paz
en los latidos de tu inocente corazón.
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😉
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