Unos versos de antaño para cualquier domingo de junio

hex0Estas últimas semanas he leído algunos libros que se recreaban en ambientes de finales del siglo XIX en Madrid. Si bien nada tenían que ver con lo que recojo en mis versos de este domingo, sí me han servido para recordar días de verbena en los barrios de la capital, donde la música de los organillos inundaban calles, callejuelas y plazas.

Los protagonistas podrían llamarse Julián, Pedro, Manuel, Antonio, Lorenzo, Susana, Petra, Remedios o Paloma. Qué más da. Sin embargo he querido dar voz a un personaje enamorado de una chiquilla, enamorada también ella de ese mozo con el que paseaba las tardes de verbena.

Vestidos con sus mejores galas y cogidos del brazo paseando por las calles adoquinadas de Madrid. Escuchando música de organillo que recorría las calles engalanadas, endulzando los paseos con limonada y almendras garrapiñadas. Sin atreverse él; sin atreverse ella. Pero ambos robándose miradas entre el claroscuro de las calles y algún que otro beso. Para todos los enamorados, estos versos.

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Si te apetece puedes escuchar estos versos

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Quiero jugar al escondite contigo

y guardar un último verso

en el envés de aquel vestido

con el que te vi en mi sueño

paseando de la mano siendo niños.

 

Aun habiendo pasado tanto tiempo

sigo recordando sus azules y amarillos

y tus ojos y tu cara y tu pelo al viento

las manzanas de caramelo y los barquillos

que juntos tomábamos en silencio.

 

Yo con mi blanca camisa de lino

planchada mangas, pechera y cuello

tan hombrecito paseando contigo

con mis pantalones gris marengo

y una corbata de hilo fino.

 

Las calles se abrían bajo el cielo

a los compases de música de organillo

caminabas sin apenas tocar el suelo

y yo orgulloso paseando contigo

gritándole a la noche ‘toito’ lo que te quiero.

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😉

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