Unos versos para el comienzo de una primavera

hex0No sé si los cambios de estación son más propicios para que los recuerdos vengan a visitarnos. No sé si es nuestro estado de ánimo el que, quizá, ante cualquier cambio al que nos invita la Naturaleza, decide replantearse en qué lugar se encuentra. En cualquier caso creo, sinceramente, que el detenerse un instante y repasar lo vivido nos puede ayudar a ver el camino recorrido y hacia dónde debemos continuar.

Junto a mi casa hay un parque grande con praderas, zonas infantiles, zonas de ejercicios, un lago artificial con río y fuente de agua, carril bici, árboles de diferentes tipos y caminos. Caminos de grava y tierra que ‘te dicen’ por dónde debes caminar. Sin embargo, supongo que, como sucede en muchos parques, a mucha gente le (nos) gusta caminar por las praderas y con el paso del tiempo se van creando senderos nuevos que la Naturaleza hace suyos, abandonando los caminos establecidos.

Pensando en la llegada de la primavera; en el parque junto a mi casa; en los bancos de madera que invitan al descanso; en el tiempo vivido y en el que me queda por vivir; en lo que hacemos o dejamos de hacer; en los sueños cumplidos y en los que me quedan por cumplir; en las veces que digo ‘te quiero’ y en aquellas en las que lo dejé de decir…; pensando en todo ello (y en mucho más) nacen estos versos que ahora comparto contigo.

Si te apetece puedes escuchar estos versos.

.

Decidió sentarse en aquel banco

de madera ya gastado

por el paso del tiempo vivido

y mirar en silencio la primavera.

 

Los caminos dibujados por el Ayuntamiento

cuando decidieron construir el parque

recortaban sinuosos verdes praderas

y areneros con juegos infantiles

convirtiéndolo en un colorido puzle sin alma

cuyas piezas irregulares encajaban a la perfección.

 

Él nunca caminó por esos caminos

artificiales que impedían el crecimiento

de hierbas y flores de toda condición

recortando su libertad con adornados

bordillos de cemento gris.

 

A él le gustaba abrir senderos

caminando entre pinos y cipreses

y sauces y chopos y álamos

que salpicaban las verdes praderas

proporcionando la sombra precisa

que hacían de aquel parque

el lugar ideal para recordar los sueños o pasear.

 

Respiró profundo las fragancias

que acercaba el viento

escuchó con los ojos entornados

el incesante trino de las aves

y los recuerdos empezaron

a agolparse en su memoria.

 

Aquel pueblo lejano

en el que vivió su juventud

aquellos bailes en la plaza

los días de fiesta en los que los mozos

y las mozas se buscaban con timidez

aquellos amaneceres en el campo

ya comenzada la faena

y aquellas tardes en las que cansado y feliz

regresaba a casa, a su casa

y después de asearse y vestir su mejor camisa

se acercaba hasta la ventana de ella

apenas a tres calles de su calle

para mirar en silencio

para mirarse en silencio

sin atreverse jamás a decirle ‘te quiero’

sin atreverse jamás a decirse ‘te quiero’.

 

Ella se marchó una mañana

mientras él faenaba en el campo

y la soledad acompañó sus tardes

y sus noches y sus días y sus años y su vida.

 

Abandonó su pueblo

y su casa y su campo y sus primaveras

sentado en este banco de madera ya gastado

los recuerdos decidieron agolparse en su memoria

y sus labios susurraron en silencio ‘te quiero’.

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😉

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