Asómate al alfeizar de tu ventana, quizá escuches un poema

logoConocerse. Creo que es fundamental para saber dónde estás y cómo has llegado hasta el lugar en el que te encuentras. Después de todo lo vivido. Quizá si volviéramos la vista atrás, y analizásemos las diferentes decisiones que hemos tomado, acertadas o no, ahora ya no importa, durante este nuestro caminar, seríamos más justo. Más justo con la vida y, lo que es más importante, más justos con nostros mismos. Si bien es cierto que, para conocerse de verdad, hay que abrir de par en par nuestro corazón y asomarse a él. Sin miedo, pero con decisión.

¿Y por qué no hacerlo hoy? ¿Por qué espera a mañana? Recuerdo una frase que, más o menos, decía: «Se ha cancelado el mañana por falta de interés». Y no quiero decir que no se proyecte nuestra vida hacia el futuro, que dejemos de hacer planes, que organicemos lo que está por llegar… Pero todo eso, siempre que no dejemos de vivir el instante presente; ese que dura un suspiro, pues enseguida es pasado y nos aborda otro presente.

Permitidme que comparta estos versos. En ellos quiero reflejar, que no hay temores de los que huir. Somos nosotros mismos los que nos ponemos barreras, límites o excusas para seguir avanzando o seguir creciendo. Entreteniendo el tiempo en escuchar esos cantos de sirenas que perturbarán nuestros sentidos, en lugar de escuchar el latido de nuestro corazón, y saber cómo estamos; cómo nos sentimos; qué queremos alcanzar; cómo podemos continuar caminando… Nadie dijo que fuera fácil, pero es muy gratificante el resultado.

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Si te apetece puedes escuchar el poema

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Nunca se atrevió a abrir sus ventanas,

y no me estoy refiriendo a esas

que tienen hojas abatibles

o esas que son correderas

y permiten que el aire entre en las casas

hasta las habitaciones, el salón,

la cocina o cualquier otra estancia

atemperando los diferentes ambientes.

 

Nunca se atrevió a abrir sus ventanas,

y me estoy refiriendo a esas

que se abren solo hacia su interior

huérfanas de cristales y herrajes

permitiendo asomarse hacia esos lugares

profundos en los que habitan luces y sombras,

donde el corazón guarda su latido

llegando desde el pasado hasta este presente.

 

Pero aquella mañana

no era una mañana de un mañana,

era un sencillo amanecer

de un nuevo hoy que llegaba para despertarle,

para ahuyentar sus temores

para invitarle a abrir sus ventanas

de par en par y decirle:

“Asómate,

asómate sin miedo,

puedo entender tus dudas

pero nada hay desconocido para ti

tras el alfeizar de tus ventanas,

es el lugar por el que debes mirar

para conocer y concerté

para amar y amarte

para perdonar y perdonarte».

 

Decidió dejar atrás su cómoda cama

y las sábanas que abrazaron su noche

y la almohada sobre la que persiguió sus sueños

y las alfombras que mullían su caminar descalzo

y las ventanas de hojas correderas que permitían

que entrara el aire atemperando…

Y se descubrió ante el espejo

reconociendo su sonrisa en la mirada

de aquel que en silencio le observaba.

 

Entornó sus ojos sin miedo alguno,

sin dudas que le asaltaran

y con gesto decidido abrió de par en par

sus ventanas,

descubriendo lo que nunca creyó que descubriría

y se dispuso de nuevo a caminar

desoyendo los lejanos cantos de sirenas.

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😉

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