Hoy me he sentado bajo las estrellas, en este atardecer de mi vida, para observar los caminos que ya hicieron aquellos que me precedieron, y para observar, también, los caminos de aquellas y aquellos que ahora caminan a mi lado o, quizá, sea yo el que camina junto a ellos y ellas. Tampoco tendría mayor importancia, pues lo verdaderamente importante es que lo hacemos juntos, para llegar más lejos. Y de todo aquello que mi mirada alcanza, procuro aprender.
No tengo duda alguna en que, de vez en cuando, es bueno ralentizar la vida frenética y acelerada que vivimos, incluso detenernos en la orilla del camino, y observar. Quizá nos estemos perdiendo lo esencial del camino; la verdadera esencia del viaje que emprendimos. Aprender. Siempre aprender. Y para ello, la prisa, no es buena compañía. Sin embargo, la paciencia y la reflexión, siempre ayudarán a las decisiones que tomemos en cada momento.
Aun así erraremos, pero nada importará si de esos errores aprendemos que lo verdaderamente importante no será las veces que caigamos, lo importante es que nunca deberemos perder ni la fuerza ni las ganas de levantarnos, una y otra vez, y volver a intentarlo. Esta vida es solo un instante que, a veces se nos antoja breve, muy breve; a veces se nos antoja larga, muy larga, cuasi infinita. Sin embargo es un regalo que solo cada uno de nosotros deberá valorar. Mejor hacerlo mientras caminamos, que hacerlo alcanzado el final del camino.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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No verás tus huellas
al hacer camino,
tan solo observarás
las de aquellos que te precedieron;
el rastro que vas dejando
lo verán aquellos
que vengan detrás
o que en algún momento
caminen a tu lado.
Ayer no éramos nada,
tal vez un sueño;
hoy tan solo un instante,
tal vez un deseo;
mañana… ¿qué seremos mañana?
Tal vez un recuerdo.
Muchos son los caminos
que conducen al horizonte
y otras tantas las decisiones
que deberemos tomar
al alcanzar cada encrucijada.
Muchos serán los errores
que podamos cometer
llegado ese momento,
mas todo se dará por bueno
si de ello algo aprendemos,
si la caída no fue en vano,
si al levantarnos de nuevo
lo hacemos con más fuerza
lo hacemos con mayor empeño.
Sigue caminando caminos
en este atardecer de tu vida
y cuando llegada la noche
eleves tu mirada al cielo
lo encontrarás preñado de estrellas,
que titilan para que tú las veas,
como también lo encontraron
aquellos que te precedieron.
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