¿Cómo medimos el tiempo? Pero no me refiero al que marcan los relojes; ni tampoco a aquel con el que medimos lo que invierte la tierra en dar la vuelta al sol; o el que emplea la luna en dar la vuelta a la tierra; o el que tarda un trueno después de que la tormenta ilumine el cielo con un rayo; o el que transcurre entre el regreso de las estaciones; o el tiempo que habita entre silencios cuando el amor no es correspondido. ¿Cómo medir el tiempo de espera, cuando no sabes lo que esperas o a quién esperas?
He querido, en estos versos, dar voz a dos objetos inanimados, pero por todos conocidos. Sencillos. Frágiles. Incluso, fugaces. Es más, con un tiempo de vida, si es que estos objetos lo tuvieran, limitado. A no ser que con su unión naciera un nuevo objeto lleno de vida y sentimientos. ¿Sería también, un objeto inanimado? ¿Lo es un libro? ¿Lo es un poema? ¿Lo es un dibujo? Dejar constancia, negro sobre blanco, de todo aquello que nace en libertad de aquel o de aquella que decide expresar lo que piensa y siente sobre un papel… ¿Convierte éste en un objeto vivo?
Creo que el tiempo es lo más valioso que tiene el Ser Humano y, a veces, pienso que no es (somos) consciente(s) de ello. El Universo tiene un ritmo y un tiempo que, raras veces, coincide con el nuestro. Tuvimos que inventar la forma de medirlo y nos empeñamos en controlarlo. Pero… ¿Cuánto dura un abrazo o un beso entre dos almas enamoradas? ¿Continúa latiendo una vez se han separado? ¿Cuánto dura una despedida? ¿Y un encuentro? Empeñados siempre en medir e intentar controlar el tiempo, creo que hemos olvidado vivir el que nos ha sido concedido, y no es recuperable.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Llevo esperándote una eternidad.
Le dijo el papel en blanco
al afilado lápiz de carbón
cuando por fin se encontraron.
¿Cuánto es una eternidad?
Preguntó con interés
acercándose lo imprescindible
para no dejar su huella.
No sabría decirte con exactitud,
respondió dudando,
se lo escuché una vez a un poeta
en una lejana tarde de otoño
cuando posando sus manos sobre mí
mientras soñaba con escribir unos versos
sentí el latido de un solitario corazón.
Quizá sea el tiempo entre primaveras
o quizá entre dos amaneceres;
podría ser el tiempo entre mareas
o el del pausado florecer de los rosales.
No sé cuánto dura una eternidad.
Solo sé que aquí espero a alguien como tú,
que quiera grabar sus sentimientos
palabra por palabra y silencio por silencio
sobre esta blanca piel que me conforma.
O si quieres puede dibujar un sueño
o un fugaz pensamiento,
no temas esculpir con tu fino trazo
dentro de los límites de mis cuatro lados
todo aquello que tu libertad anhele,
pues alguien encontrará nuestra unión
y la compartirá en un viaje sin fin
donde el horizonte aún está por alcanzar.
No sé cuánto tiempo llevo esperándote,
quizá y solo quizá,
toda una eternidad.
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Toda una vida!
Un abrazo.😄
Así es, mi querida Amiga.
Toda una vida para compartir, crecer y avanzar.
Besos