Una de las cosas que más me ha llamado la atención estos días, cuando me asomo a mi ventana, es el silencio que me acompaña. El silencio impuesto por el hombre (y la mujer) que son capaces de generar un ruido de fondo continuo que ensordece la Naturaleza que nos rodea. Sin embargo ahora, se escucha el trinar de las aves; el batir de las ramas de los árboles y el danzar de sus hojas cuando sopla el viento…, incluso, sería capaz de asegurar que he escuchado el avanzar de las nubes bajo el cielo, previas a la lluvia de primavera. Solo es cuestión de dedicar un tiempo a escuchar.
Ahora estamos confinados, por nuestro bien y el de nuestros semejantes. No es una cuestión exclusiva de nuestra ciudad, ni de nuestra Comunidad Autónoma, ni de nuestro País, ni de nuestro Continente…, es una cuestión que afecta a este lugar al que llamamos Mundo, o Tierra, o Planeta, o como cada cual quiera llamarlo, pues le llamemos como le llamemos, nos afecta a todos. Quizá sea una oportunidad (una más) que tenemos para encontrarnos o reencontrarnos con nosotros mismos. ¿Por qué no aprovecharla?
Dicen los que saben, que de todas las desgracias que han asolado países, culturas, civilizaciones…, sacamos una enseñanza. Permitidme que lo ponga en duda, y que esté más de acurdo con la frase: ‘El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra’. Y permitidme que añada, de mi cosecha, que tropezará tantas veces como se encuentre con ella. Por lo tanto, y de manera individual, aprovechemos este tiempo de silencio en el que seamos capaces de escucharnos y para ello, por supuesto, deberemos romper nuestro silencio y hablarnos. Todo regresará, antes o después. ¿Habremos aprendido algo?
.
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Quizá el silencio
sea la mejor conversación
tan solo si dejamos que su eco
acompañe el latido de vida
que palpita en cada uno de nuestros sueños.
Silencio roto por conversaciones pendientes
con nosotros mismos
silencio que se acomoda a nuestro lado
aliándose con un tiempo
que cabalga desbocado
en este siglo que habitamos.
Atrévete a romper ese silencio
que atenaza tus palabras
ahora que el tiempo parece
concedernos un respiro
no se detiene
como no se detiene la vida y la muerte
en su simpar singladura
tan solo pretende aparentarlo
mientras retiene nuestro futuro
junto a este cruel aliado.
Quizá no sea el mismo
cuando regrese lo que aún no ha llegado
pero seguro estoy de que no volverá
lo que antes tenía
cuando creía tenerlo todo
y realmente nada poseía.
Sé que regresarán los abrazos
y volverán mis brazos a abrazar
y mi cuerpo a ser abrazado
al igual que regresan las estaciones
y la noche cuando parte el día
sé que regresarán los besos
y volverán mis labios a besar
y mis labios a ser besados
todo regresará de nuevo
pero quizá nosotros
no regresemos los mismos.
.
.