¿Sabes que nos pasamos toda nuestra vida tomando decisiones? Algunas pueden parecer sencillas (a veces lo son); otros nos resultan complicadas (a veces no lo son). Si blanco o negro; arriba o abajo; falda o pantalón; playa o montaña; coche o moto; azul o rosa; dar un beso o estrechar una mano; hacer una llamada o no hacerla; verso o prosa; amar o no amar; gafas o lentillas; niño o niña… Sin haber reparado (o sí), que de la decisión que tomemos o dejemos de tomar determinará nuestro futuro (o parte de él) ¡¡Vaya papelón!!
Yo no sé si vosotr@s os hacéis estas preguntas o si os planteáis estás reflexiones (o quizá otras más sesudas). De vez en cuando (de un tiempo a esta parte) me gusta ‘parar mi mundo’ y observar. Observar a mí alrededor. Observarme. Y sobre todo cuestionarme sobre cuestiones que antes por falta de tiempo (no sabría si esto es del todo cierto o solo una excusa), no me planteaba. ¿Decidir o no decidir? Esta es la cuestión (que pudo haber pensado/escrito Shakespeare).
Pues bien. Pensando y pensando he dejado volar libre mente y alma (creo), para que me susurrarán lo que ven desde su lugar de privilegio. Quizá no hayan necesitado levantar mucho el vuelo, pero en algo (o mucho) han ayudado para la elaboración de los versos que ahora comparto, y en los que he hecho un pequeño guiño a hija pequeña y a mi nieta. Por lo tanto podéis decidir leer o escuchar el poema; o leer y escuchar el poema; o ni leer ni escuchar el poema. La decisión es solo vuestra. En cualquier caso: GRACIAS.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Cuántas veces has pensado
lo que quieres ser
o cómo te quieres mostrar
a los demás
sin que con ello dejes ver
cómo eres en realidad.
Nosotros decidimos tomar
o rechazar lo que la vida nos regala
y lo que hacer con todo ello
hoy tomas esto y mañana será aquello
la vida en nada repara
pues confía en que harás
tan solo lo que decidir quieras.
Decidiré ser pétalo de rosa
desplegando suave fragancia
o ser espina tras la verde hoja
dolor y belleza sin arrogancia.
Decidiré ser frío invierno
pues ya antaño soñé primaveras
y aunque sé que el tiempo no es eterno
sabed que entiende de realidades y quimeras.
Decidiré ser brava mar
que besa la arena de mil playas
será el viento mi capitán
que mostrará de mis aguas su calma.
Decidiré ser noche huérfana de luna
y cuando brillen lejanas las estrellas
ponerles nombre una a una
esta será Marina aquella será Valeria.
No tengas prisa en decidir
lo que decidir quieras
pues entre soñar y vivir
vivir y soñar puedas.
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😉
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