Sé que es una obviedad. Sé que lo he escrito, muchas veces, en este lugar de encuentro. Pero también sé que no dejaré de decirlo, escribirlo o publicarlo. El «ruido de fondo» que acompaña nuestro día a día sube de decibelios, la mayoría de las veces, más de lo soportable. Muchos «actores y actrices» (no profesionales), se suben a este «escenario» alimentando con mentiras y falsas verdades ese «ruido insoportable», a sabiendas de lo que hacen. No es un descuido, es una estrategia a la que todos se apuntan y en la pierden «los de siempre». Les importamos nada. No es cierto que «busquen nuestro bien». Solo buscan el suyo. ¿Hasta cuándo? Yo seguiré poniendo mi «granito de arena». Procuraré no alimentar ese «ruido insoportable». Quiero hacerlo desde la reflexión y el sosiego, de la mano de la poesía, pero también desde el cansancio y el hartazgo. ¡¡Ya está bien!! ¡¡Pónganse a trabajar por tod@s nosotr@s!!
La poesía ha servido de denuncia, en muchas ocasiones, desde que se escribieron, pronunciaron o escucharon los primeros versos. La poesía está en todo aquello que nos rodea. Solo tenemos que mirar, y la encontraremos esperando a ser encontrada. Es paciente. No tiene prisa. Sabe que nosotr@s pasaremos, pero que ella quedará, porque mientras allá un solo ser humano sobre la tierra, cabrá la posibilidad de que se encuentren. Como «civilización» hemos alcanzado muchos logros. Grandes avances. Grandes pasos. Pero parece que no hemos aprendido nada de todos nuestros errores, que han sido muchos. La historia se repite pareciendo un bucle imposible de quebrar. Está bien llegar lejos, muy lejos, pero intentemos solucionar los problemas que tenemos más cerca, aunque, a veces, se antojen imposibles.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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He caminado
junto al mágico lugar
en el que aprenden
a volar las mariposas.
He viajado
hasta el lejano lugar
en el que los girasoles
empiezan a ver el amanecer.
He visitado
el desconocido lugar
en el duerme la luna
cuando parte la oscura noche.
He visto
el extraordinario lugar
en el que la Naturaleza
guarda los colores de la primavera.
He alcanzado
el infinito lugar
en el que el cielo besa la mar
y la mar acepta el beso.
Sin embargo,
no he alcanzado aún,
teniéndolo tan cerca
el corazón
de los que permiten y alientan las guerras
de los que consienten y alimentan el hambre
de los incitan y animan al odio
de los que fomentan y avivan la miseria;
aún no lo he alcanzado
teniéndolo tan cerca.
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