Siempre me ha llamado la atención la magia que guardan los espejos. Es mucha la literatura que se ha escrito en torno a los espejos. Desde los cuentos infantiles, pasando por novelas de suspense, hasta realidades distópicas o de ciencia ficción. Es cierto que el uso que se dé a éstos es, o puede ser, muy diferente. No me refiero a las lunas de escaparates, por ejemplo, que hacen las veces de ‘espejo’, por el reflejo de su entorno próximo. Hablo de esos espejos que están en nuestras casas: en los baños, salones, dormitorios, pasillos, halls…
Esa imagen que nos devuelve cuando nos ponemos frente a él, a veces, puede resultarnos agradable; a veces puede antojársenos extraña; a veces, quizá muchas veces, puede parecernos irreconocible. Todo dependerá de nuestra mirada cuando miremos la figura o el rostro de la persona que, desde el otro lado, nos esté mirando. ¿Cuántas veces le hemos hablado? ¿Cuántas nos ha respondido? ¿Cuántas veces hemos apartado la vista al no apetecernos ver lo que veíamos? ¿Cuántas hemos permanecido inmóviles, frente a él, disfrutando de lo que veíamos? Si pudieras pasarte al otro lado ¿lo harías?
,
Si te apetece puedes escuchar el poema
.
Si me miro en el espejo
observo el presente,
incluso podría observar el pasado
si entornase la mirada
y mirase a los ojos que me miran;
sin embargo, ni rastro del futuro
por mucho que escrute
esa figura que me observa,
reflejo de lo que ahora soy,
o quizá,
de lo que creo ser.
Imagen inversa
surcada por las huellas
de una vida vivida,
poco o nada escapa a su verdad.
¿O es acaso un espejismo
aquello que el espejo devuelve
cuando le enfrentamos nuestro presente?
Que lejos de este instante
palpita ya el pasado.
Una sonrisa curva
la línea de mis labios,
gesto imitado por ese rostro
que sin pudor me estudia
desde el pulido cristal.
¿O quizá sea yo el que le estudie
con total naturalidad?
No importa,
ambos nos miramos
y nos reconocemos
aunque el tiempo haya pasado.
“Ahí estás”,
pronuncian mis labios.
Me ha parecido que a la par
movía los suyos,
mas el silencio responde,
aunque en la lectura de sus labios
he podido leer: “Ahí estás”.
Quizá podamos conversar
¿o solo será el espejismo
que el espejo devuelve?
No sé.
Otras veces lo he intentado
sin obtener respuesta diferente
a lo por mi pronunciado.
¿Quién sabe?
Lo intentaré mañana.
Quizá el espejo
guarde razones
que la razón no entiende.
.
.