Llevamos un tiempo, creo que demasiado, y no parece que “el temporal” vaya a amainar, en el que la pandemia está alterando nuestra “forma de vida”. Ya no solo a los adultos, en los que está observando algún tipo de trastorno, tanto físico como sicológico. Me refiero a nuestros “PEQUES” que han estado, en diferentes fases, sin poder salir de casa; sin poder asistir a clase; sin poderse quitar la mascarilla; asistiendo al colegio, permanecido con las ventanas abiertas, con independencia de las condiciones climatológicas; debiendo vacunarse.
Si a nosotros, los adultos, nos está afectando ¿Qué sucede con nuestros hijos, nietos, hermanos o sobrinos? ¿Qué les pasa por sus cabezas, con todo lo que escuchan y observan? Si nuestros miedos son grandes, nos atenazan, nos bloquean y nos confunden ¿Cómo son los suyos? ¿Y sus efectos? Creo que se merecen toda nuestra admiración por cómo lo están gestionando, en líneas generales, pues hay algunos jóvenes que esta situación les tiene desbordados. Otros, sin embargo, no parecen muy conscientes de ello. Quizá mejor.
Por ellos, o mejor dicho, para ellos y a modo de homenaje, he querido dibujar estos versos prestándole mi voz y mis silencios. Son muchos los niños y niñas que, por razones laborales de sus padres o familiares, tienen que entrar al cole antes del inicio de la jornada escolar y, por lo tanto, madrugar más que el resto de compañeros y compañeras. Situación que, en muchos casos, arrastran desde su paso por la guardería. Para ellas y ellos, con todo mi cariño, admiración y respeto.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Todas las mañanas me levanto temprano
y en un santiamén me lavo la cara y las manos.
Camino del colegio salgo tan contenta
cruzando aceras y calles siempre muy atenta.
En la puerta ya esperan Ana, Alicia y Rodrigo
desde primaria los cuatro somos muy amigos,
otras niñas y niños llegan un poco más tarde
desayunan en sus casas antes de entrar en clase.
Nos juntamos en el patio al escuchar la sirena
y como si fuera magia formamos una fila derecha,
en orden y sin correr subimos a las aulas
al paso que nos marca la seño Laura.
Cuando llega la tan esperada hora del recreo
me gusta jugar con todos mis compañeros,
jugamos a fútbol, voleibol o baloncesto,
otros se sientan en las escaleras a contar secretos.
También me gustan cuando las clases terminan
porque alguien nos está esperando a la salida,
charlando y con alegría regresamos a nuestras casas
para merendar, hacer las tareas, y así la tarde pasa.
Mañana amanecerá un nuevo y maravilloso día
que llegará cargado de buenos momentos y alegrías,
después de la cena descansaremos en nuestras camas
una vez lavados los dientes y puesto el pijama.
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Un poema que nos recuerda la cotidianidad escolar. Aunque como tú muy bien apuntas, la pandemia, lo está complicando. Deseemos que muy pronto,, regresemos todos a la normalidad.
Un abrazo 💥
Recordar aquellos años, creo que está muy bien o, de alguna manera vernos reflejados en ‘nuestros peques’. Es cierto que la COVID-19 lo ha cambiado todo. Regresaremos, no tengo duda, pero algunas cosas habrán cambiado, tampoco tengo duda al respecto. Aprender y vivir. Caminar y vivir. Observar y vivir. Escuchar y vivir. Vivir y VIVIR.
Besos