A veces, parece que nos cuesta entrar en el ‘palacio de nuestros recuerdos’ y ‘enfrentarnos’ a ellos. A veces, parece que huimos de una sombra que vive cosida a nuestros pies, y que nos acompañará allá donde vayamos en este mundo (no sé si más allá). A veces, creo que es un buen ejercicio detener nuestro caminar por un momento, y pensar; y sosegar nuestra vida; y recordar, conociéndonos y reconociéndonos en cada uno de ellos. De esa manera, nunca habrá fantasmas que tengan cabida en el ‘palacio de nuestros recuerdos’.
Partió la primavera y el otoño viene para abrazarnos. Quiere compartir su tiempo con nosotros, pues volverá a marcharse para volver de nuevo. Ciclos de vida que enmarcan nuestros recuerdos…; y en eso pensaba antes de escribir los versos que ahora comparto. Sentado en mi habitación y mirando mecerse las ramas de los árboles que el viento lentamente va despojando de hojas, inexorablemente.
No se trata de melancolía, tan solo de mirar la vida volviendo la vista hacia atrás para no olvidar de dónde venimos, pues hacia dónde vamos sigue siendo una incógnita, cada vez más difícil de encontrar. Por lo tanto te propongo detener tu caminar un instante; encontrarte o reencontrarte contigo; respirar profundo mientras escuchas el viento entre las ramas…; y recordar…; y recordarte.
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Si te apetece puedes escuchar estos versos
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Mis pasos caminan por el sendero
del parque de las luciérnagas
mientras el viento alfombra de otoño
praderas que silenciosas verdean la tarde.
Escucho el crujir de hojas bajo mis pies
añorando el florecer de los cerezos
y de las rojas amapolas
que pintan de colores el gris de mis recuerdos.
Bancos de vieja madera
creen guarecerse bajo los castaños salvajes
de unos tímidos rayos de un sol
que lamenta despedirse de la tarde.
Los parques parecen dormidos de risas infantiles
y de algarabías de reuniones de familiares y amigos
tan solo se escucha el viento
y el andar pausado
de una vida
que recuerda el color de sus recuerdos.
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