Muchas veces en otras entradas he hablado del ‘ruido de fondo’ que generan las mentiras y las falsas verdades con las que muchas veces, creo que demasiadas, se hacen eco diferentes medios de comunicación, o aquellas que leemos en muchas Redes Sociales, opino que con la intención de confundir e intoxicar a los que se alimentan de su contenido. Pensemos por nosotros mismos. No nos dejemos conducir. No nos dejemos contaminar. No nos dejemos manipular. Salvo que el aceptarlo os haga sentir bien. Esa será solo una decisión de cada una y, ante ello, nada que objetar. Faltaría más.
Cuando empezó el confinamiento, al menos en nuestro país, fue allá por el mes de marzo del pasado ‘veinte veinte’. Creo que la mayoría de nosotros pensó que iban a ser unas semanas, quizá unos meses…, y nada más. Sin embargo, nada ha sido como creíamos. Muchas veces, nada es como creemos que va a ser. Escuché que nos habían robado la primavera, y el resto de estaciones; sin embargo la Naturaleza siguió su ritmo y la vimos, los que quisimos y pudimos, en todo su esplendor, como nunca antes la habíamos visto y oído.
Hemos comenzado el nuevo año con muchas esperanzas, sin embargo debemos ser conscientes de que, todavía, queda mucho por hacer y cada uno de nosotros debemos ser responsables, más responsables, de lo que no están siendo muchas y muchos de los que toman decisiones por nuestro bien. Hemos vivido unos meses como nunca creímos que los íbamos a vivir. Pero los hemos vivido. Que no nos engañen. Nadie nos ha robado nada. Lo hemos vivido, de forma diferente, pero ha pasado. No ha sido un espejismo, y prueba de ello son los miles y miles de los que han partido. Mi recuerdo para todos ellos, también en estos versos.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Nunca creyó que le robaran nada
ni la primavera, ni el otoño
ni tan siquiera el invierno
y mucho menos el pasado verano
por más que lo leyera en la prensa
por más que lo escuchase en los medios.
Qué fácil resulta culpar a no sé qué o quién
de las decisiones tomadas a destiempo.
El espejo del baño seguía devolviendo
la misma imagen reflejada
que cuando se miró allá por el mes de marzo,
incluso el espejo del pasillo
y aquel que colgaba de la pared
en el hall de la entrada
mostraban aquello que desde entonces
cada mañana le habían mostrado.
Sin estar convencido de lo que veía
decidió salir a descubrir aquella mañana
que temprano le había levantado.
Dejó que sus pasos le guiaran
sin oponer resistencia alguna
sin pensar hacia dónde iba
tan solo caminaba por el mismo camino
por el que otras mañanas le gustaba caminar.
Sus pasos le condujeron sin descanso
hasta la orilla del lago en el viejo parque,
y allí se detuvo como tantos otros días
lo había hecho cuando conocía su destino
y se miró en sus cristalinas aguas
como nunca antes se había mirado
y en su mirar observó con asombro
lo que nunca antes había observado.
En aquel instante y sobre aquellas aguas
observó reflejado su rostro sereno
en el que las huellas del tiempo pasado
habían escrito lo hasta ahora vivido
sin que nadie le hubiera robado nada
ni el pasado verano, ni el otoño
ni tan siquiera la primavera
y mucho menos este invierno.
Comprobó que nada detuvo el tiempo
comprobó que el tiempo no se detiene
que ningún tiempo es perdido;
entendió entonces las lágrimas por derramar
los abrazos que aguardan guardados
y los adioses que dejó de pronunciar.
Volveré mi rostro a tus aguas,
le prometió en silencio al lago,
cuando el tiempo de nuevo haya pasado,
y desandando sus viejos pasos
regresó ahora hasta su hogar
disfrutando de cada instante
como nunca antes lo había disfrutado
viviendo el tiempo
como nunca antes lo había vivido.
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😉
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