Te has preguntado alguna vez si ya pasó tu «último tren»; o si el tren que tomaste era el que deberías haber tomado; o eres de los que aún sigues esperando en «tu andén» a ese tren que parece no llegar. Las estaciones de tren son un buen lugar para ver circular decenas, cientos, tal vez miles de almas, sin destino aparente, que parecen esquivarse, para no chocar, como hormigas a las puertas de su hormiguero. Parecen no conocerse y lo más probable es que así sea, en la mayoría de los casos pero, con cuántas vidas nos habremos cruzado en nuestra vida. ¿Les hemos vuelto a ver? ¿Nos han vuelto a ver? ¿Hemos coincidido en otro lugar?
Me gusta viajar en tren y fijarme en la gente que «me acompaña» aun sin conocerme, o quizá sea yo «su compañía» sin yo saberlo. Para mí es un lugar que invita a la reflexión. Cuando llego a mi destino desciendo, sin prisa (tan solo la necesaria para no entorpecer el paso de otros viajeros), y me paro en un lado del andén a observar cómo se vacía; cómo van desapareciendo los ruidos de maletas, con sus ruedas; o las conversaciones entre acompañantes o por teléfono; o los carteles con nombres de personas que buscan desconocidos. Los trenes y los andenes son un lugar, sin duda, en el que palpita la poesía. No tengo duda en que yo, ya tomé mi último tren. ¿Y tú? ¡¡Felices versos!!
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Sigo en esta estación,
esperando;
no sé si ya pasó mi último tren
o tal vez fue el penúltimo
el que partió, y yo aquí…,
esperando.
Sé que circularon varios por esta vía,
pasaron un primer y un segundo tren
y un tercero y un cuarto
incluso alguno que otro más y aquí yo…,
esperando;
esperando a que se detenga
aquel que debería tomar
y aunque fueron varios
los que detuvieron su caminar,
invitándome a su subir,
hasta ahora aún no decidí
el que debiera abordar,
y mientras yo…, esperando.
Ya perdí la cuenta
al ver pasar el décimo tren
o quizá fuera el undécimo
el que me dejó atrás
mas no importa pues yo aquí sigo…,
esperando;
esperando ese tren,
que se detendrá en esta estación,
y en una ventana tú estarás asomada
observando mi andén
hasta el cruzar de nuestras miradas.
Veré en tus ojos los míos
verás en mis ojos los tuyos
y entonces sabrás,
entonces sabré
que ese será, sin duda,
el tren que debiera tomar,
el vagón que abordaré
y yo…, dejaré de esperar.
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😉
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