En muchas ocasiones he comentado que la poesía está en todas partes, al menos para mi. Todo depende de nuestra predisposición para encontrarla, incluso en los lugares más insospechados. Lo mismo sucede, en mi opinión, en otras facetas de nuestra vida. Buscar. Siempre buscar. Hay un refrán que dice: ‘El que busca halla’; con el que estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, a veces, no sabemos qué buscamos o qué pretendemos encontrar.
Cuando camino; cuando pienso; cuando me siento en un banco a ver pasar las nubes; cuando viajo en transporte público; cuando recuerdo; cuando descanso…; me pregunto. Constantemente me estoy preguntando por absolutamente todo. Y busco. Busco respuestas y versos. Sueños y versos. Vida y versos. Poemas en los que encontrarme y encontrarte. A veces me encuentro. A veces te encuentro. Otras veces, incluso me pierdo para poder encontrarme.
Pensando en todo lo que nos presta la vida –en usufructo–. Pensando en los pequeños detalles que hacen que nuestra vida sea grande, he querido escribir unos versos a algo tan insignificante como puede ser un papel y un pluma. Elementos indispensables para la creación literaria en cualquiera de sus disciplinas. Mi agradecimiento para ambos, siempre.
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Si te apetece puedes escuchar el poema
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Si me permites acariciar tu piel
te regalaré una palabra
le propuso la dorada pluma
al inmaculado papel.
Nunca nadie se había acercado
tan cerca como tú lo estás
no sabría qué decirte
respondió ausente y desconcertado.
Primero escribiría una
y después dejaría un espacio
seguidamente una segunda
y después unas frases
todas ellas formarían un párrafo.
Acariciaría todas y cada una de tus páginas
y te colmaría de historias en remotos lugares
paisajes con cielos ausentes de nubes
y bravos bergantines surcando los siete mares.
Serías el verdadero guardián
de leyendas de amor y aventuras
y tras escribir el último capítulo
crearía para ti un sorprendente final.
Pensativo quedó el inmaculado papel
con tan extraordinaria propuesta
prendido de la desconocida palabra
no pudo conceder otra respuesta.
Acaricia cuanto desees mi piel
con el vivo latido de tu tinta
como un compañero fiel
en mi permanecerán para siempre
narraciones que serán o han sido
del gran lector su conquista.
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😉
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